Editorial: Suma
Fecha publicación: abril, 2021
Precio: 17,95 €
Género: narrativa
Nº Páginas: 696
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN: 9788491291930
[Disponible en eBook y Audiolibro;
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Elísabet Benavent (Valencia, 198). La publicación de la Saga Valeria en 2013 la catapultó a la escena literaria y se convirtió en un auténtico fenómeno. Desde entonces ha escrito 20 novelas. Algunas han sido traducidas a varios idiomas y publicadas en 10 países. Asimismo, en 2020 la serie Valeria se estrenó en Netflix en más de 190 países y batió récords de audiencia. Netflix ultima la grabación de la película Fuimos canciones inspirada en la bilogía Canciones y recuerdos. Sus libros han vendido más de 3.000.000 ejemplares. El arte de engañar al karma es su novela número 21.
Sinopsis
Después de vender más de 3.000.000 de ejemplares de sus novelas, Elísabet Benavent vuelve con El arte de engañar al karma, una novela donde despliega su virtuosismo narrativo, la magia para crear historias, con un estilo lleno de risas y lágrimas, en una novela sorprendente, llena de belleza y arte en la que las mujeres dejan de ser musas para ser creadoras. Y volar alto. Por encima de cualquier expectativa.
[Información tomada directamente del ejemplar]
Llega el verano y con él, las ganas de lecturas fresquitas y amenas. Para ello, nada mejor que las novelas de Elísabet Benavent, que siempre me hacen pasar un buen rato de lectura. Hasta la fecha, llevo leídas unas cuantas. Empecé con la saga Valeria que me gustó muchísimo, y después he leído un par de bilogías más. Todavía me falta mucho para ponerme al día porque la autora valenciana lleva más de veinte libros publicados desde que, en 2013 la fichó la editorial. Desde entonces, la vida de Benavent no ha hecho más que rodar y rodar o, mejor dicho, subir y subir. Netflix ha sido un gran apoyo en su carrera, pues a través de esta plataforma pudimos ponerle cara a Valeria, de la que se está preparando la segunda temporada. Y no solo eso, sino que está en proyecto Fuimos canciones y Un cuento perfecto, tal y como ella misma nos cuenta en la entrevista que pudimos hacerle (puedes leer aquí).
Pero centrémonos en su última novela. El arte de engañar al karma vuelve a ofrecernos una historia con humor, amor, desamor, amistad y conocimiento interior. Los protagonistas de esta nueva historia serán Catalina Beltrán, una joven aspirante a actriz que va de casting en casting sin que se le ponga por delante la oportunidad de su vida. Por otro lado, Mikel Avedaño, un famoso pintor, algo huraño y retraído, que se encuentra en un periodo de crisis creativa. La vida de estas dos personas se une a través del arte y la pintura. Por casualidad, Catalina encuentra unos cuadros en casa de un familiar, fallecido recientemente. Su intención es venderlos en el Rastro y sacarse así un dinerillo que le vendría muy bien a su precaria situación económica. Sin embargo, sus planes cambian radicalmente cuando Eloy, un marchante de arte y dueño de una galería, se cruza con ella y muestra gran interés por los cuadros. Catalina aprovecha la coyuntura y se asigna la autoría de las obras. Eloy la toma por una artista emergente y con gran futuro. Cree que puede ser la artista revelación de este siglo. Catalina no da crédito pero, ¿cómo dejar pasar esa oportunidad? Y ahí será cuando se monte un enredo de cuidado. El lío en el que Catalina se mete es descomunal. La bola crece y crece. Solo una persona descubrirá la verdad de forma inmediata. ¿Cómo solventará Catalina toda esta situación? Eso lo verás si te animas a leer esta novela.
Pero, siendo una novela de Benavent, el amor y el sexo, esos dos ingredientes fundamentales de la vida, no podían faltar en esta historia. Para Catalina, entrar en contacto con el mundillo del arte será también una forma de conocer a gente nueva, gente interesante, culta y sensible. La primera persona a la que conoce será Eloy. Del marchante ella piensa que es tan atractivo que bien vale una mentira. Lo que ocurre es que Eloy no deja de ser un hombre de negocios.
Ahora bien, percibo que aquel sexo desenfrenado, alocado, algo caótico y totalmente combustible que encontrábamos en las primeras novelas de la autora ha pasado a ser algo mucho más maduro, más adulto y con los pies en la tierra. Bajo mi punto de vista, ese cambio ayuda a que, los que ya tenemos una edad, conectemos mejor con las vivencias de los personajes, con un estilo de vida más reposado y sopesado. Tuve esta misma impresión cuando recientemente leí una de las bilogías de la autora, y la he vuelto a tener ahora. Es como si, aun siendo importante, el sexo fuera un elemento más y no el elemento principal, sin en el que la historia no tendría sustento.
Casi como una subtrama más, el lector se asomará sutilmente a la vida de Isa, la tía abuela de Catalina, la verdadera autora de los cuadros que la joven tratará de hacer pasar como suyos. Desmantelar la casa de la tía fallecida sacará a la luz algún misterio porque, al margen de su pasión por la pintura, Isa vivió una historia de amor de las que dejan huella. Alrededor de ella gira la incógnita del amado, quién era, qué fue de él, y de unas cartas y una fotografía que desaparecieron sin que nadie supiera cómo. Todo lo relacionado a la tía abuela Isa queda muy difuminado en el desarrollo de los hechos. En algún momento, el lector prácticamente se olvida de esta parte de la historia, aunque la autora acierta con retomarla levemente en algún instante y, construirle un cierre en el desenlace. No obstante, creo que esta parte del relato hubiera dado más de sí o, por lo menos, a mí me hubiera gustado que fuera una subtrama con mayor profundidad, máxime porque la vida de Isa influirá en la manera en la que Catalina se enfrenta a su propio amor, y porque la áurea de misterio es muy atractiva.
Dado que Benavent me contó que algunos lectores le piden un spin-off de algún personaje secundario de sus novelas, se me ocurre sobre la marcha que la tía abuela Isa podría tener su propia novela. Con un pasado en México que tuvo que dejar atrás, con todo lo que eso implica, y la personalidad que la caracterizaba, podría ser una protagonista interesante de su propia vida pero bueno, eso ya será decisión de la autora.
Dicho lo cual, en líneas generales, la trama me ha gustado. Como dije antes, son historias frescas, sencillas, amenas, entretenidas. Si bien es cierto que estamos ante una comedia romántica, en la que la estructura siempre va a ser siempre, más o menos, la misma, es decir, chica conoce chico, se enamoran, pero teniendo que solventar un montón de obstáculos, el entorno que envuelve a los personajes y las características de los mismos difieren de una novela a otra.
En este caso concreto, y por profundizar algo más en los personajes, os diré que la vida de Catalina no hace más que naufragar. A sus treinta años, tiene un trabajo que no le gusta y en el que no terminará muy bien, dado su temperamento. Por paradójico que parezca, será una situación divertida y simpática la que dé pie a que la joven acabe en la calle. Sin trabajo y, encima, vive de alquiler. Su hogar se reduce a una minúscula habitación sin ventana que consiguió en casa de Teresa, una mujer madura, que combate la soledad alquilando habitaciones a chicas jóvenes. Es lo máximo que se puede permitir, pero Catalina también encontrará en esa casa una especie de hogar. En el mismo inmueble viven Laura y Elena, dos chicas que parecen casi gemelas de la conexión tan intensa que existe entre ellas. Catalina se lleva genial con ambas, no así con Claudia, la cuarta inquilina, que parece tener una vida perfecta y maravillosa, y a la que todo le sale bien. Bueno, tan bien no será si, a sus cuarenta años, sigue compartiendo piso de alquiler.
Sin trabajo y con el corazón vacío, porque ni siquiera tiene suerte para encontrar el amor, Catalina cree estar gafada para todo. Pero la vida da muchas vueltas, y solo basta ser pacientes, creer en uno mismo, y concedernos espacio y tiempo para que las piezas vayan encajando.
En cuanto a Mikel, es un pintor y escultor consagrado al que la creatividad parece que se le ha esfumado. A las puertas de una exposición para la que tiene que preparar veintiuna piezas, su musa se ha ido de vacaciones. Le gusta trabajar con las manos, dejarse, literalmente, la piel en su trabajo, de ahí que sienta más pasión esculpiendo la piedra y tallándola que aferrado a los pinceles. Para mí es un bohemio, una de esas personas a las que les gusta su mundo y estar en él, en soledad, y sin interrupciones, pero llega el huracán Catalina, tan distinta a él, y le revuelve la vida. En cualquier caso, y esto lo digo como punto a favor, me ha parecido un poco perro del hortelano. En este tipo de novelas, siempre me he topado con personajes masculinos muy seguros de sí mismos, y son ellas las que tienen más dudas, las que dan un paso al frente y luego se arrepienten, mareando al opuesto. En este caso, no. A Mikel, el amor también le pasado factura y eso provoca que ande muy precavido, con pies de plomo, sopesando mucho si el amor le merece la pena o no.
Los diálogos entre ellos están llenos de tensión, cuando hay bronca entre ambos, y son frescos y chisposos cuando están relajados. Ya que, cada uno cuenta su parte de la historia en capítulos alternos, ambos personajes hacen cómplice a los lectores. El algún momento, se dirigen a nosotros, haciéndonos partícipes de sus vidas y decisiones. Eso ayuda a que el lector se sienta parte de la historia y no simplemente como un espectador externo.
Del resto de personajes, tendría que hablar de Eloy, «las gemelas», o de Claudia que nos tiene reservada alguna sorpresa -y no diré si agradable o desagradable-, pero a mí, de todos los personajes secundarios, la que más me ha gustado es la madre de Catalina, la "hippy", la enamorada del amor, la espiritual que cree en la madre tierra y en el equilibrio entre las energías. Los escasos encuentros entre madre e hija son divertidos. Es como si se hubieran intercambiado los papeles. La madre es un ser libre, mientras que la hija se siente más atada por la sociedad, la moral, y el qué dirán.
El arte de engañar al karma es una novela que gira alrededor del arte y la pintura y, Elísabet Benavent se esfuerza en crear un contexto verosímil. De entrada, la propia Catalina, con su sueldo mísero, nos dará su opinión sobre ARCO y las exposiciones. La joven se queja y no entiende cómo es posible que haya gente que paguen auténticas fortunas por cuatro garabatos. Bueno, tendrá que adentrarse un poco en ese mundillo para entender qué se esconde detrás de esos pintarrajos. Y a la vez, son frecuentes las referencias a las artes plásticas y a las técnicas artísticas. Llama la atención el despliegue de conocimientos sobre la materia que encontramos en la novela. Pero, como nos confesó la misma autora, se trata de un mundo del que ella tiene formación y que no le resulta nada ajeno.
Es interesante señalar que esta novela es post-pandémica. Algunas alusiones nos ayudan a entender que la crisis sanitaria que estamos viviendo en estos momentos ha quedado relegada al pasado y la vida ha recuperado esa normalidad de antaño, que no tiene nada que ver con la que vivimos hoy. En el universo que Benavent despliega en esta novela, ya no hay espacio ni para distanciamiento social, gel hidroalcohólico ni mascarillas. Lo cual, se agradece una barbaridad. Los personajes se abrazan, se besan, se mezclan entre ellos y eso da cierto respiro, cierta esperanza a que volvamos a ser lo que fuimos. Es una novela que nos trae aires de libertad.
Con un total de sesenta y tres capítulos más un epílogo, narrados en primera persona por Cata y Mikel, lo que obliga a un cambio de grafía, El arte de engañar al karma es una novela que se lee con agilidad, a pesar de sus casi casi setecientas páginas.El estilo de la autora, tan actual y tan lleno de contemporaneidad, con referencias musicales propia a la edad de los protagonistas, permiten una lectura muy fluida. Advierto que es una historia algo previsible. En realidad, el género en sí es previsible, pero no es algo que a mí me importe. Desde el principio de la historia te puedes imaginar perfectamente por dónde irán los tiros. De hecho, son los mismos personajes los que saben y adelantan lo que va a ocurrir pero la gracia no está en el desenlace, sino en el desarrollo.
Poco más os puedo contar. Es una novela muy de nuestra época, llena de emociones que suben y bajan, fácil de digerir, amena y entretenida. El complemento perfecto para un día de playa.
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
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