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DONDE HAYA TINIEBLAS de Manuel Ríos San Martín

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Editorial: Planeta
Fecha publicación: junio, 2021
Precio:19,90 €
Género: thriller
Nº Páginas: 528
Encuadernación: Tapa dura
ISBN: 9788408243144
[Disponible en eBook y Audiolibro;
puedes leer aquí]

Autor

Manuel Ríos San Martín (1965) es licenciado en Ciencias de la Información y ha trabajado en importantes productoras de televisión como Globomedia, BocaBoca y Diagonal, en las que ha ejercido de productor ejecutivo, director o guionista. Ha participado, entre otras, en Colegio Mayor, Médico de familia, Menudo es mi padre, Más que amigos, Compañeros, Mis adorables vecinos, Soy el Solitario, Raphael, Rescatando a Sara, Historias robadas y Sin identidad. Ha dirigido un largometraje, No te fallaré, y ha colaborado en la escritura de los guiones de Amigos... y Maradona, la mano de Dios. Ha coordinado y coescrito el libro El guion para series de televisión, publicado por el Instituto de RTVE. También es autor de las novelas Círculos y La huella del mal, que ha sido traducida al italiano y está siendo adaptada a la televisión como una serie de ocho capítulos.

Sinopsis

Una modelo de diecisiete años a la que le falta el ombligo desaparece en Madrid. Los inspectores Martínez y Pieldelobo se hacen cargo de la investigación, pero chocan desde el primer momento. Él es un padre cincuentón y caótico, tierno pero mordaz y un tanto anticuado; ella, una milenial combativa, inteligente y feminista.

Mientras recorren por España lugares misteriosos y templos en apariencia tranquilos, surgen dos hipótesis para desenmascarar a un asesino en serie: o la mafia rusa está detrás de una red de prostitución de lujo o hay un psicópata religioso que pretende enmendarle la plana al mismo Dios.

Este thriller plantea una reflexión irónica sobre la intolerancia, la dicotomía entre pecado y belleza, entre misericordia y castigo, y las relaciones entre el hombre y la mujer como dos seres destinados a entenderse desde el principio de los tiempos.

[Información tomada directamente del ejemplar]



Tras el éxito de La huella del mal, cuya adaptación televisiva ya está en marcha, Manuel Ríos San Martín vuelve a ofrecernos un thriller vibrante, con un amplio abanico de intrigas, que conducen al lector por diferentes laberintos. En Donde haya tinieblas, el autor y guionista despliega una investigación criminal, encabezada por una singular pareja de inspectores. Juan Martínez Gutiérrez es miembro de la UDEV (Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta). Padre de familia y con cincuenta años, es un claro exponente de su generación. A su lado, encontraremos a la inspectora Nuria Pieldelobo, veinte años más joven que su compañero, «de una belleza abrumadora, rubia sin trampas, con el pelo recogido en una coleta, ojos verdes, silueta perfecta escondida en ropa ancha y una mente brillante». Inicialmente, ambos tendrán que enfrentarse a la desaparición de una modelo rusa. Karolina Mederev es una joven de diecisiete años que, estando en Madrid por asuntos de trabajo, desaparece sin dejar rastro. Los inspectores iniciarán la investigación interrogando, en primer lugar, a su círculo más cercano, a Sophie -directora de la agencia de modelos para la que trabajaba Karolina-; a Marcelo, su asistente personal-; o a Masha Klimov, la madre de la joven que tendrá que tomar un vuelo para presentarse en Madrid. Lo que en principio puede resultar una chiquillada, una forma de romper con la esclavitud que supone su trabajo, amarrada a un ritmo frenético y a un culto al cuerpo, se complica cuando el cadáver sin vida de Karolina aparece depositado sobre un altar en una pequeña iglesia extremeña, la ermita de la Virgen del Ara. A este crimen, le seguirán dos más. 

¿Qué tiene de singular el asesinato de Karolina? Al margen de tratarse de un hecho criminal, la muerte de la modelo destaca por varios aspectos. Por ejemplo, resulta llamativo que la joven no tenga ombligo. Este detalle, unido a la tipología de los escenarios donde aparece su cadáver y el de las otras dos víctimas, conecta directamente con el Génesis, primer libro de la Biblia en el que se narra la creación del ser humano, la expulsión del Jardín del Edén, el diluvio universal e incluso la Torre de Babel. Ríos San Martín va deslizando en este thriller religioso sucesos y detalles que nos conducen al relato bíblico y a un punto de partida que, a mi juicio, me ha resultado muy interesante. ¿Qué pretende demostrar el asesino con estos crímenes? Obviamente, no te lo voy a contar. Para saber qué oscuras intenciones se esconden entre las páginas de esta novela tendrás que aventurarte a leerla. Eso sí, insisto en que el enfoque es muy original. 

Pero el autor se vale de esta trama llena de referencias bíblicas para explorar otros terrenos. Saldrá a relucir un entramado mafioso, en el que no faltan las fiestas de lujo, la prostitución, las drogas, el sexo, y la trata. Y también subirá a escena el mundo virtual en el que actualmente vivimos inmersos, esta era digital que nos engulle cada día. ¿Cómo se enfrentan esta pareja de inspectores a un ambiente en el que palabras como followers y haters están a la orden del día? Hay que tener en cuenta que, entre Martínez y Pieldelobo, se extiende un valle de más de veinte años de diferencia.

Personajes

Debo admitir que Martínez Gutiérrez me ha gustado muchísimo. Vive en su mundo propio y acostumbra a perderse en divagaciones con una facilidad pasmosa. De sí mismo, él dice que le gusta el pensamiento lateral, esa tendencia que tienen algunas personas, entre las que me hallo, de desviarse mentalmente del foco de atención. Es un hombre con chispa, algo guasón, muy de su época, y que, bajo mi punto de vista, se aleja un tanto de lo habitual, con lo que supone un poco de aire fresco en el género.

Ya lo comentaba con el autor el día que tuve ocasión de entrevistarlo(puedes leer la entrevista aquí), Martínez tiene dos peculiaridades que me han parecido especialmente divertidas. Una es la insistencia con la que ratifica constantemente su heterosexualidad, cuestionándose frecuentemente su hombría. Lo hace para sí mismo porque, en ningún momento hay una intencionalidad machista en sus palabras, aunque su compañera le recriminará algún comentario en algún momento. La otra peculiaridad es su manía de ponerle motes a todo aquel con el que se cruza. Términos como Muñequín, Bigdata o Botox le servirán para referirse y definir a algún personaje de esta trama. Eso sí, a Pieldelobo no tiene valor de colgarle ningún apodo.

Y al margen de esas dos características de su personalidad, también hay que señalar que es un hombre sumamente hogareño, humano y natural. Martínez no es el típico inspector que, cuando está volcado en una investigación, deja de lado a su familia. Él no es así. Diría que su lado profesional y personal se mantienen en un perfecto equilibrio. Siempre tiene a su esposa y a sus hijos -una adolescente y dos gemelos más pequeños-, muy presentes. En ellos busca el refugio cuando quiere olvidarse del lado más siniestro de la vida. 

En cuanto a Nuria Pieldelobo, es una mujer que está siempre a la defensiva, con la escopeta cargada, como se suele decir. Los veinte años que la separan de su compañero la convierten en una mujer mucho más actual, mucho más de estos tiempos. Está muy concienciada con la lucha feminista y el papel que la mujer ha jugado en la sociedad, desde que el mundo es mundo. Pieldelobo quiere romper con los comportamientos del heteropatriarcado, con el yugo al que la mujer ha estado siempre sometida, bajo la potestad del hombre, por eso corrige ocasionalmente a su compañero en un discurso que, dado su edad y su educación, está plagado de connotaciones machistas. Y lo hace con enfado, con rabia, porque está cansada de que no terminemos de avanzar y que la mujer siga siendo vejada, humillada, mancillada. No obstante, su exasperación, teñida de dolor, no es solo fruto de una lucha común, sino de una propia. Su interior es un hervidero, espoleado por el caso que tienen entre manos, y es que Nuria, bella y hermosa, también fue adolescente. No os digo más. 


«...te es imposible ver el mundo como lo vemos nosotras: un lugar donde nada más nacer mujer se va a dudar de tu capacidad, vas a tener que plantearte el tener hijos si quieres tener una carrera profesional de éxito y vas a estar a las órdenes de jefes que no te llegan a la suela del zapato, pero cuya valía nadie se cuestiona porque tienen una polla entre las piernas. Si encima eres atractiva y sexi, olvídate de que te vean como nada más que un objeto sexual». [pág. 243]


Juntos forman un equipo singular. Uno es muy analógico. La otra, muy digital. Uno tiene cincuenta años. La otra, unos treinta. Uno es un hombre. La otra, una mujer. Son la noche y el día, y eso puede provocar alguna fricción que, momentáneamente, perjudica la investigación. Porque Martínez tiende a mostrarse paternal con Nuria. Inconscientemente, él adopta un papel de protector que Pieldelobo ni le ha pedido ni tampoco necesita. No se da cuenta que es una mujer que se vale por sí misma, que no requiere que nadie venga a sacarle las castañas del fuego ni a dar la cara por ella. No obstante, y a pesar de ser tan distintos, terminan por complementarse. Lo que uno no ve, se lo muestra el otro. 


«Nunca habíamos trabajado juntos y no podíamos ser más distintos tanto en la manera de afrontar los casos como en nuestro modo de vida. Yo, más caótico y libre en mi forma de investigar, pero con un matrimonio estable y prolífico desde hacía más de veintitrés años; y ella, ordenada y metódica, a la que mi vida le parecía determinada por el heteropatriarcado del que yo mismo formaba parte»[Pág. 62]


Y habrá más personajes, algunos más secundarios que otros, y más de uno tendrá un lado oscuro, incluso aquellos que ocupan un papel importante dentro de los estamentos más notorios de la sociedad.

Escenarios

En Donde haya tinieblas, los espacios en los que tienen lugar los crímenes están muy relacionados con ese entorno bíblico que comentaba al principio. Y me encantan las novelas que me descubren localizaciones nuevas. Porque el lugar en el que aparece el cadáver de Karolina será una pequeña iglesia extremeña, conocida como la ermita de la Virgen del Ara. Se trata de un edificio erigido en medio del campo, en medio de la nada, cuyo exterior no llama particularmente la atención. Sin embargo, tras cruzar el portalón de entrada, uno se adentra en lo que se conoce la Capilla Sixtina extremeña. Mirad el vídeo que Manuel Ríos San Martín ha colgado en sus redes sociales. A mí me parece alucinante y ya tengo en mente una visita próxima.



¿Por qué el cuerpo de Karolina aparece en este lugar tan apartado? Bueno, no te lo voy a contar. Como tampoco te voy a contar por qué los otros crímenes se cometen en el Monasterio de San Juan de la Peña (Huesca), -impresionante también-, o en el Santuario de Aranzazu (Oñati, Guipúzcoa), -única ubicación que he visitado-, cuya construcción simula un barco invertido, en una clara alusión a Noé. Uno no se llega a imaginar lo que le espera al final de una carretera ascendente, estrecha y serpenteante. 

Estructura y estilo

Donde haya tinieblas se compone de un total de ciento seis capítulos de corta extensión, que se distribuyen a lo largo de seis bloques. Cada uno de ellos arranca con una cita del Génesis muy vinculada a la trama. El lector se va a encontrar con una narración ágil, que introduce los puntos de suspense necesarios para invitarlo a continuar con la lectura. 

Escrita en primera persona, a través de la voz de Martínez Gutiérrez, el autor introduce esa parte de crítica que no debe faltar en ninguna novela. Entre otras cuestiones como la moda, principalmente destacan las reflexiones sobre las redes sociales. El inspector cuenta con tres perfiles de Twitter, dos de Instagram, una cuenta en Snapchat y alguna otra en Facebook. Por lo que os he contado del personaje hasta ahora, no podéis pensar que sea una persona hiperconectada. Todo lo contrario. Pero si mantiene tantas cuentas abiertas es, o por motivos profesionales -para ver qué se cuece en las redes como reflejo del devenir del mundo-, o para saber qué hacen sus hijos, como una forma de estar cerca de ellos. Estamos acostumbrados a dar cuenta de nuestra vida a través de las redes. Si no tienes Twitter, Instagram, YouTube, Facebook, Tik Tok,... es como si no existieras. A poco que lo pienses un momento parece una locura pero es así y Martínez lo sabe. Pero eso es una cosa y otra muy distinta es la lucha encarnizada que a veces ocurre en el mundo virtual, las ofensas, el linchamiento, las envidias, la competitividad sin sentido,... En definitiva, los malos rollos.  Ando muy desencantada con el mundo virtual. Por eso asomo lo justo e interactúo lo preciso. ¿Y es contraproducente? Pues sí, lo sé. Porque si no estás metido en todos los fregaos eres un fantasma, pero me da un poco igual. Es que cada vez me siento más alejada de lo que encuentro en redes. Twitter me pone de mal humor. Facebook está perdiendo encanto. Instagram es la única que tiene un punto de belleza. Así que, tengo que darle la razón a Martínez cuando expone, en la primera línea de la novela, que «Las redes sociales son una mierda»

Y la iglesia también se llevará su ración. Muchos de los escándalos que se han producido en el seno de instituciones religiosas han estigmatizado para siempre la imagen de la Iglesia. Pero Martínez sabe que es «injusto calificar a toda la Iglesia por esos actos». No podemos olvidar que este estamento está formado por hombres y mujeres de toda índole y condición, y que los hechos son imputables a las personas que los cometen, ya sean sacerdotes o monjas, como carpinteros o fontaneros. ¿Que es mucho más cuestionable que personas que forman parte de un universo que predica la bondad, la tolerancia, el amor al prójimo actúen de un modo atroz? Sí, pero no podemos tampoco echar en saco roto esa otra parte de la Iglesia, generalmente difuminada, que se vuelca con los más desfavorecidos. Así que, nuevamente, tengo que darle la razón a Martínez.


«Es injusto calificar a toda la Iglesia por esos actos, bien lo sabía yo, que había sido educado en libertad y criterio propio, que había conocido a religiosos que dieron la vida en misiones enfrentándose, en barrios desfavorecidos, a los clanes de la droga y prostitución más agresivos. El ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor, ya sea dentro de la Iglesia o en la sociedad civil, capaz del perdón y de la venganza más terrible». [pág. 500 -501]


En definitiva, Donde haya tinieblas me ha gustado mucho. No es un thriller que aporte únicamente entretenimiento. La trama está bien urdida, con un atractivo y original punto de partida. Las conexiones entre religión, crímenes y mundo virtual están bien trenzadas. Y la pareja protagonista es interesante, con trasfondo y de los que no se esperan ciertos giros que nos fuera de juego. Creo que no me queda mucho más que contaros, por lo tanto, solo resta animaros a leer esta novela, a conocer a Martínez Gutiérrez y a Pieldelobo, que andan a la saga de un asesino que pretende dar un tirón de orejas al mismo Dios. 

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

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