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LOS NOMBRES PROPIOS de Marta Jiménez Serrano

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Editorial: Sexto Piso
Fecha publicación: marzo, 2021
Precio: 17,90 €
Género: narrativa
Nº Páginas: 236
Encuadernación: Rústica
ISBN: 9788418342257

Autora

Marta Jiménez Serrano (Madrid, 1990) es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid y ha realizado un máster en Estudios Literarios y otro en Letras Modernas. Durante cuatro años residió en Francia, donde ejerció como profesora de Lengua y Literatura en la Universidad de Lorraine. Su poemario La edad ligera fue accésit del Premio Adonáis de Poesía 2020. Los nombres propios es su primera novela.

Sinopsis

¿Quién es Belaundia Fu? Es la mejor amiga de Marta a los siete años, la amiga invisible que se queda con ella cuando las cosas no salen bien y ni siquiera la abuela es capaz de consolarla. Belaundia Fu es la voz sensata, ideal e infalible que, en la adolescencia de Marta, le dice las verdades a la cara: por ejemplo, que ese chico, Charlie, no le conviene. Pero cuando Marta ya ha cumplido veintidós, cuando ya se ha licenciado, cuando está empezando a tomar las decisiones que van a marcar el resto de su vida, ¿qué hace todavía ahí Belaundia Fu? Ahí sigue porque es quien, desde siempre, le ha narrado a Marta su propia historia. ¿Quién es Belaundia Fu?, nos preguntamos, aunque la pregunta verdaderamente importante es: ¿quién es Marta?

Luminosa y emocionante, Los nombres propios es una indagación sobre la identidad y la relación que establecemos con el mundo que nos rodea. Dominada por una voz narrativa de una madurez excepcional, la primera novela de Marta Jiménez Serrano reflexiona sobre cómo llegamos a convertirnos en quienes somos, sobre el hecho mismo de crecer y la manera en que lo hacemos: aprendiendo a nombrar aquello que nos importa.

[Información tomada directamente de la web de la editorial]



¿Recuerdas si tuviste un amigo imaginario durante la infancia?¿Le llegaste a poner nombre? Marta Jiménez Serrano, autora de Los nombres propios, sí lo tuvo. Concretamente tuvo una amiga invisible a la que apodó Belandia Fu. No me preguntes por qué ese nombre. No se lo preguntes tampoco a ella porque no sabría responderte con exactitud. Eso y más cosas me las contó durante la entrevista, que puedes leer aquí. Lo cierto es que Jiménez rescata hoy esa voz de la infancia para hacerla protagonista de su primera novela.¿Protagonista? Sí. Al menos, así lo veo yo, porque Belandia Fu no es sola una voz narradora, es el eje de una historia que nos va a permitir acompañar a una niña de siete años hasta la edad adulta. Dejadme que os cuente un poco.

Marta

¿Cómo es la vida de una niña a los siete años? Por regla general, toda su existencia gira alrededor de su familia. Marta tiene una madre que se ocupa de ella y de la casa, un padre cardiólogo al que apenas ve, una hermana a la que llama Simba, unas primas y una abuela. Esa es la Marta niña, la que pasa los veranos en casa de su abuela, montando teatrillos con sus primas, la que se zambulle en la piscina a hurtadillas, mientras el resto de la familia duerme la siesta. Pero la Marta niña irá creciendo y convirtiéndose en una adolescente, una jovencita con novio -Charlie-, y luego en una mujer adulta. Crecer es complicado. El proceso de madurez, el paso de una etapa a otra, está llena de incertidumbres y de situaciones que no siempre entiendes. Cuando eres niña la solución a todos tus problemas residen en las manos de tus padres, pero llega un momento en que empiezas a dar pasos por ti misma, fuera de ese reducto familiar tan seguro y reconfortante. Marta, como todos, tendrá que asomarse al mundo, donde hay peligros y amenazas, aunque a veces vengan disfrazadas. Dejas la infancia atrás y entras en un torbellino de años, donde todo resulta llamativo y estimulante. Llegarán los chicos. Llegará el amor que arrasa y el que destruye. Y sigues caminando para encontrarte un día independiente, para enfrentarte con la vejez de los que amas. Y también con la muerte. ¿Por qué hacer todo ese camino en soledad? ¿Por qué no tener una mano a la que agarrarse, la de esa voz que te conoce mejor que nadie, la que sabe todo de ti, incluso a aquello que ni tú misma sospechas? Eso es lo que hará Marta en esta novela, dejarse acompañar por Belandia Fu hasta un punto en el que, con casi treinta años, y con unos cuantos golpes encima, su amiga invisible desaparezca para siempre. Marta volará sola a partir de entonces.

La voz narradora

Decía antes que, bajo mi punto de vista, Belandia Fu es la auténtica protagonista de esta novela. Es verdad que su papel será contar la vida de Marta, desde que es bien pequeña, hasta la edad adulta pero, incluso así, su presencia es mucho más potente que la de la joven. Además, Bela ocupa esa posición privilegiada, esa atalaya desde donde todo se ve, el presente de Marta, pero también el futuro. Ese ente imaginario es como el oráculo de la verdad, como un ser que viene de otro tiempo, en cuyo relato irá adelantando sucesos que le ocurrirán más tarde a Marta. Y es una voz amiga, que te cuida, que te reconforta. 


«A mí sí me nombras -eso, es verdad, no lo hace todo el mundo-, me nombras y dejo de ser solo una voz. Soy tu mejor amiga. Cómo no voy a serlo, si me nombras». [pág. 24]


No siempre somos capaces de conducirnos con sensatez por la vida. A veces, somos como un barco a la deriva, andamos caminos equivocados, erramos el tiro, metemos la pata. Muchos vendrán a darnos consejos, los que hablan a través de la experiencia, pero nadie escarmienta por cabeza ajena. En ocasiones nos obcecamos en un empeño absurdo, como si quisiéramos comprobar hasta dónde somos capaces de complicarnos la existencia, incluso en esos momentos en los que tu propia voz interior te advierte de tus malas decisiones.


«...te hablo, sensata, diurna, equilibrada, alegre, ideal, infalible. Por algún motivo has decidido que todos esos adjetivos tienen otro nombre, que no pueden tener el tuyo. Los llamaste Belandia Fu, yo te pido que al menos me llames Bela, a estas alturas, pero tú no quieres, he dejado de caerte siempre bien. Lo sé. Lo sé ahora, que te digo que Charlie no me gusta y sé que no quieres escucharme». [pág. 64] 


Pero Bela, a pesar de saberse no escuchada, no abandona nunca a Marta. No, de momento. Será anti-natura que ella, como amiga imaginaria, permanezca al lado de la niña más allá de sus seis o siete años. Bela lo sabe y en ocasiones se preguntará qué hace aquí. Es verdad, ¿qué hace Belandia Fu a estas alturas de la vida de Marta dándole la mano para evitar que tropiece? No puede vivir para siempre. En algún momento tendrá que dejar que la joven vuele sola, tendrán que liberarse la una a la otra. Bela lo sabe, sabe que «ya va siendo hora de que me des un portazo en las narices». Pero para ello tendrán que suceder algunas cosas.

Y será en ese punto cuando Marta Jiménez Serrano juegue con las artes de la escritura y transforme una voz en otra, en una suerte de ardid mágico que coloca cada cosa en su sitio.

Los padres

Papá y mamá siempre fueron nuestros referentes. Por lo menos, mientras fuimos pequeños. En Los nombres propios, veremos cómo la relación de Marta con sus padres evoluciona con el paso de los años. La visión que la niña tiene de papá y de mamá es la misma que cada uno de nosotros hemos podido tener a su edad. 


«Mamá está a punto de enfadarse, pero no lo hace. El universo implosiona si mamá se enfada. Enfadarse es el papel de papá». [pág. 16]


Los padres, en nuestros primeros años, fueron un refugio, un lugar seguro en el que recalar cuando las cosas se ponían feas. Si nos sentíamos enfermos, no había nada mejor que el regazo de mamá. Si necesitábamos saber algo bastaba con acudir a papá «que lo sabe todo»A los siete años, ¿hay alguien más importante en nuestras vidas que nuestro padre? No, no hay hombre más importante que tu padre en esos años porque «papá huele a barba recién afeitada, a peine fino y a raya al lado; vuelve de trabajar por la noche y está de buen humor los domingos en el aperitivo». Y aunque papá nunca está en casa, ¡qué alegría nos invade cuando regresa! Con mamá es diferente.

 

«Mamá está todo el tiempo, así que no la ves. Su mano contra tu tripa escurriendo el jabón de la esponja, su mano sobre tu frente, su mano dándote crema hidratante que te alivie los picores o abrochándote el botón del pantalón, que es de los duros, y tú no puedes». [pág. 33]


¡Y qué extraña es la relación con una madre! Siempre lo ha sido, a cualquier edad. Marta no ve a su madre porque está todo el día con ella pero mamá hace cosas por ti que nunca llegaste a valorar. «Mamá nunca se enfada, nunca está cansada, nunca está triste, nunca tiene miedo». ¿Cómo va a sentir todas esas emociones delante tuya para que pienses que es una mujer normal? No. En su lugar, «mamá se traga su enfado a menudo, mamá ignora su cansancio con perseverancia, mamá intenta mostrarse alegre contigo, mamá no quiere transmitirte sus miedos». Mamá es la mejor heroína de tus cuentos. Eso es lo que es mamá.

La abuela

Y luego está la abuela de Marta. Otra de las grandes protagonistas de la novela. Habría que hacer un estudio sociológico, si no lo hay ya, sobre la importancia de las abuelas en nuestras vidas. En el caso de Marta, es un pilar fundamental. La abuela es esa persona de su familia que no le pregunta tonterías, ni tampoco se mete en asuntos incómodos para la nieta. La abuela representa ese primer escozor, el primer mordisco que nos suele dar la vida, la primera persona en la que apreciamos la devastación de la vejez, la angustia de la enfermedad, la cercanía de la muerte. Para Marta, la abuela es punto de inflexión.

¿Qué es lo que más me ha gustado de esta novela?

Para empezar, el enfoque me parece de lo más original. Permitir que la voz de nuestra amiga imaginaria, la que mejor nos conoce para bien o para mal, cuente nuestra vida y narre ese paso de la infancia a la edad adulta me parece un ejercicio valiente de introspección porque, ¿la Marta de este libro es la Marta escritora? Probablemente tenga ese toque autobiográfico, con el que se consigue que texto y lector entren en conexión.  

Añadiría que Los nombres propios cuenta con pasajes que son demoledores. Para mí, lo mejor de toda la novela aparece en la página 33 (ver la cita más arriba) en la que se habla de la madre de Marta. En ese puñado de líneas, -más de las que figuran en la cita anterior-, la autora viene a resumir lo que significa realmente la maternidad y la dedicación a los hijos. Me pareció magistral. Todos los niños deberíamos tener esta óptica de nuestra madre desde que nacemos y no después, cuando seguramente sea tarde.

también me provocó un pellizco en el esternón los pasajes que se recrean en la adolescencia de Marta. Ver a la joven transitar esos años es como hacer una retrospectiva de tu propia vida. Recordar aquellos primeros amores, las llamadas tan anheladas, las esperas nerviosas, los dolorosos rechazos. Son años en los que cambia la relación con nuestro entorno. Aquella madre entregada se convierte en un incordio que te cuestiona constantemente. Y aquel padre que todo lo sabía, ya no es el mismo de entonces.


«Papá que en las bodas te dice que bailes con él y tu le dices "Ni loca"; él insiste, cómo no vas a bailar con él, y tú lo miras clavada a tu silla. Qué vergüenza tan grande, bailar con papá». [pág. 87]


Qué jodida la vida. Si la novela nos permitiera ver a Marta a los cincuenta, ese párrafo sería bien distinto. Sería Marta la que estaría deseando bailar con su padre en las bodas, y lo mismo sería el padre el que ya no querría. O no podría.  

Estructura y estilo

Con un cambio en la voz narrativa que da sentido a toda la narración, Los nombres propios se estructura en cuatro bloques, cada uno de ellos encabezados por un nombre -Belandia Fu, Charlie, Anuncia y Marta-, bloques que irán parejos a determinadas edades de la joven. Con capítulos largos, la narración intimista y cercana prevalece por encima de escasos diálogos, que vienen únicamente a contextualizar las relaciones personales. 


Poco más os puedo decir. Bueno sí, que yo nunca tuve una amiga imaginaria. Quizá influyera que tuviera hermanos mayores o menores pero, de haberla tenido, mi Belandia Fu particular hubiera contado en buena parte la misma historia que se narra en este libro. Porque, ¿quién no se ha preguntado alguna vez qué significa hacerse adulta? Marta se lo cuestiona. La respuesta la tienes en esta novela que te amino a leer. 

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

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