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EN LOS MÁRGENES (DRAMA - 2022)

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Año: 2022

Nacionalidad: España

Director: Juan Diego Botto

Reparto: Penélope Cruz, Luis Tosar, Adelfa Calvo, Christian Checa, Aixa Villagrán, Juan Diego Botto, Font García, Nur Levi, María Isabel Díaz, Javier Perdiguero, Fabrice Boutique, Irene Bueno Royo

Género: Drama

Sinopsis: La cuenta atrás de tres personajes, con senda historias entrelazadas, que tratan de mantenerse a flote y sobrevivir a 24 horas claves que pueden cambiar el curso de sus vidas. El film explora el efecto que una situación de estrés económico tiene sobre las relaciones personales, y cómo el afecto y la solidaridad pueden ser un motor para salir adelante.


[Fuente: Filmaffinity]


La semana pasada falté a mi cita con el cine. No será porque no hay películas que me apetece ver ahora: Los renglones torcidos de Dios, Modelo 77, La vida padre, Bullet Train, El vasco,... Pero como estoy en plan relajado, me voy moviendo a otro ritmo. Sin embargo, era imposible demorar por más tiempo el visionado de En los márgenes. Hay dos motivos importantes para ello: Luis Tosar y Juan Diego Botto.

Botto ejerce un doble papel en esta película. Por un lado, se pone detrás de la cámara para dirigir este drama social, de total actualidad, con el que trata de crear conciencia. Por otro, interpreta a Manuel, un argentino afincado en Madrid, sin trabajo estable y buscándose la vida como puede. Pero En los márgenes es un retrato global y por eso la atención se mueve de un foco a otro. Vayamos por parte.

Sin duda, el título encaja perfectamente con el propósito de esta película, mostrar esa parte de la sociedad marginal, centrándose en tres familias, más una tercera que sirve de apoyo. A saber:

a) Rafa está casado con Helena, trabajadora de servicios sociales. Ella está embarazada y también es madre de Raúl, un adolescente, fruto de una relación previa. La pareja no pasa por buen momento. Él se vuelca en su trabajo. Ella le pide tiempo para la familia. 

b) Azucena es una joven madre que trabaja como reponedora de un supermercado. Algo le preocupa, le quita el sueño. Se la nota desesperada, mientras contempla a su hijo dormir.

c) Badia es una madre marroquí. Su hija pequeña pasa la mayor parte del tiempo sola porque su madre trabaja demasiadas horas limpiando para otros. La niña se vale por sí misma. Se viste, se hace el desayuno, y se prepara para ir al colegio. Pero llega la policía.

d) Teodora es una mujer mayor. Viuda, vive sola, mientras su hijo Germán está trabajando fuera. Se la ve triste y desanimada.

Todo esto es introductorio porque la película se inicia con un breve esbozo de los personajes principales. Posteriormente arranca, desarrollando la problemática que afecta a todos ellos, siempre girando alrededor del tema principal, los desahucios, y tejiendo una red en la que, de un modo u otro, todos los personajes están relacionados

Y así sabremos que Rafa es abogado y se dedica a defender a los más vulnerables. Lo veremos sometido a muchísimo estrés, corriendo de un lado a otro, para tratar de llegar a cada meta, sin conseguirlo, y provocando decepción tras decepción. 

Azucena tiene que enfrentarse a un desahucio inminente. Ya no puede pagar más letras de la hipoteca y al día siguiente se espera que la policía se plante en su casa para echarla a ella y a su hijo. Por suerte tiene el apoyo de la plataforma Stop Desahucios. Han organizado una manifestación ante la puerta del banco y no piensan dejar sola a Azucena en esta delicada situación.

Teodora está en la misma situación que Azucena. Le van a quitar el piso. Ella trata de localizar a su hijo una y mil veces, para comunicarle la noticia, pero el contacto es imposible. ¿Por qué? No te lo cuento porque sería destripar una parte importante de la película.

Y por último, a Badia le van a quitar a su hija. La policía cree que la niña está en estado de abandono y no está debidamente atendida. Además averiguan que la  madre ha sido requerida varias veces por los educadores pero nunca ha acudido a ninguna reunión. 

¿Qué tienen en común todos estos personajes? Pues la lucha contra el sistema. Azucena y Teodora, cada una en un extremo, una más activista, la otra más resignada, se ven abocadas a perder lo único que tienen, su techo, por la imposibilidad de hacer frente a una deuda hipotecaria. A lo largo del metraje, y a través de Azucena, veremos con qué mecanismos cuentan estas personas para no verse en la calle de un día para otro. En los márgenes refleja la angustia de los desahuciados, el miedo a perderlo todo, a no saber qué va a pasar con ella. Esa misma inquietud es la que atenaza a Teodora, aunque su caso es distinto. Ella va a perder su casa por motivos muy diferentes que, como dije antes, mejor nos desvelo. En cuanto a Badia, es una buena madre, pero el sistema no comprende que para mantener a su hija, tiene que trabajar muchas horas fuera de casa, y eso implica dejar a la niña sola la mayor parte del día. Y, en medio de todo esto, está Rafa, que trata de ayudar a unos y a otros, olvidándose de su propia familia, de su esposa Helena y de su hijastro, Raúl.

Temas

El tema principal de la película es el desahucio. De hecho, antes de los créditos finales se informa que, en la actualidad, se están produciendo más de 100 desahucios al día y que, en la última década, se han llegado a producir unos 400.000. En paralelo a los desahucios, la lucha de las plataformas, el apoyo colectivo, las manifestaciones y las asambleas. Todo ese trabajo que se hace de forma altruista con tal de ayudar a los demás, porque el sistema es un monstruo enorme que engulle a todo el que se pone en su camino. La unión hace la fuerza.

Pero En los márgenes también se trata el tema de la inmigración y la de los hijos que pasan a centros de acogidas. Los padres no es que desatiendan a sus hijos es que no les queda más remedio que invertir más de doce horas de trabajo, enlazando un puesto con otro, para poder pagar el alquiler y dar de comer a la familia. Y en esa tesitura, los hijos se tienen criar solos y buscarse la vida. ¿Están abandonados? ¿Son hijos no deseados? En esta línea, la película indaga en las lagunas del sistema, en la falta de recursos y de personal de las instituciones, que deben velar por el bienestar y que deben cubrir cualquier incidencia antes de que se vuelva un auténtico problema.

No se queda ahí, también se hace mucho hincapié en las relaciones entre padrastro e hijastro, en lo difícil que es para un hijo aceptar a la nueva pareja de una madre o de un padre. Y lo complicado que es para el «extraño» hacerse un hueco en los hijos de tu pareja.

Y también estará presente la precariedad laboral, los impuestos y el precio de los suministros que asfixian a la ciudadanía.

Es decir, un reflejo de la sociedad, de esa más vulnerable y débil, de la que llega al final del día con el agua al cuello, de la que vive bajo la amenaza burocrática, de la que no respira, de la que, a veces, se vuelve nómada, de la que no ve crecer a sus hijos, de la que no tiene puertas a las que llamar, de esa a la que le volvemos la espalda.

¿Qué me ha gustado de la película?

De entrada, me ha gustado mucho la temática principal y las colaterales. Se hace necesario poner ante nuestros ojos esas otras realidades que nos resultan más lejanas. Uno va por la vida, con su mochila a cuesta, y cree que con eso tiene bastante, pero tampoco está de más saber qué otras vidas hay fuera de nuestro yo. No digo que hagas tuyos los problemas de los demás, que bueno, en algunos casos, si puedes ayudar, bienvenido sea. Pero sí es importante empatizar. Este verbo cada vez me gusta más y cada vez tengo más claro que es una cualidad importantísima. Así que, películas como En los márgenes te ayudan a entender a todas esas personas que a veces vemos gritando en las calles, aporreando cacerolas, lanzando consignas, mientras vamos de camino a casa. A nuestra casa, donde nos sentiremos protegidos.

Sin embargo, opino que Botto ha querido abarcar mucho y en ese sentido hay líneas argumentales que se debilitan. El actor, metido a cineasta, se centra principalmente en lo que ocurre a Azucena y a Rafa. Es decir, muestra mayoritariamente las dos caras de una moneda, la de desahuciado y la de los que tratan de ayudar legalmente, pero desdibuja un poco la historia de Badia, y sobre todo la de Teodora. Concretamente, esta última historia me dejó muy noqueada y eso que solo se muestra a grandes rasgos. Me impresionó ver a una mujer siempre sola, sin nadie a la que contar sus problemas, tratando de localizar a un hijo que ni está ni se le espera. La ves caminar por la calle, ir al mercado, comprar una buena lubina como si fuera a dar una gran cena, acudir a la farmacia para sacar la medicación y la ves, la ves, la ves pero también le lees el pensamiento y eso, creedle, acongoja. Porque sabes lo que se le está pasando por la mente y no puedes tenderle la mano para ayudarla. Y luego está Germán, el hijo desaparecido. ¿Es que es un mal hijo? Germán también tendrá lo suyo.  

Por otro lado, la historia de Badia, la mujer marroquí, merece casi una película entera porque a esas personas también las miramos de soslayo.

Personajes e interpretaciones

¿Qué os puedo contar de los personajes que no os haya dicho ya? Azucena es una mujer joven y luchadora, pero realmente está sola. A pesar del apoyo que recibe de los vecinos y de la gente de la plataforma, en verdad, su lucha es individual. La que se va a quedar en la calle es ella, aunque haya otras personas que hayan pasado o estén pasando por la misma situación. Todo se le vuelve en contra. El desahucio no solo amenaza ese lugar en el que dormir, sino que también puede repercutir en su trabajo. La situación se convierte en un círculo vicioso. Prácticamente la veremos sola pero Azucena tiene marido. ¿Dónde está? Esto tampoco te lo voy a contar. Lo que sí te voy a decir es que, viendo la vida en pareja de Azucena recordé un refrán, ese que dice: cuando la ruina entra por la casa, el amor sale por la ventana.

Lo he dicho alguna vez, pero lo repito. Penélope Cruz nunca me gustó. Esto lo he comentado en otras películas protagonizada por ella como en Madres Paralelas o en alguna otra más,  pero tengo que admitir que la «jodía» (perdón, pero es que me sale del alma) encarna muy bien el papel de mujer sufridora. En esta película hay dos o tres secuencias en las que ha conseguido ponerme un nudo en la garganta y eso solo es sinónimo de que se sabe transmitir el drama. Eso sí, le noto un acento raro, como si tratara de simular un deje más «bajuno», menos académico, más marginal y, en mi caso, me ha chirriado un poco. Es lo que hace cuando interpreta a mujeres de pueblo, que trata de darle a su voz ese toque rural que tampoco resulta necesario. Impresionante la pelea conyugal que interpreta al final de la película con su marido, del que no te daré detalles. Y muy buena su caracterización, con ese corte de pelo que parece que está hecho a «bocaos».

Rafa es el apagafuegos. En algún momento pensé que iba a sufrir un infarto de tanto correr de aquí para allá, sin llegar a nada. Es el vivo retrato del estrés pero tocar fondo tiene una cosa buena, que te abre los ojos, te hace comprender tus limitaciones, y todo aquello que debe ser importante para ti. Lo que pasa es que suele ocurrir que, cuando comprendemos realmente lo que debe ser nuestra vida, es demasiado tarde. Con este personaje me quedé un poco a medias. El final de su historia me sorprendió. Esperaba que todo se recondujera pero su personaje es casi una metáfora de la propia vivencia de Azucena.

El encargado de dar vida al personaje es Luis Tosar. No sé qué me pasa con este actor últimamente. Lo he adorado siempre, lo he aplaudido, y lo he admirado pero llevo con él un par de resbalones. No recuerdo en qué película comenté que no me había impresionado como en trabajos anteriores. No es que esté mal. Es que estamos acostumbrados a una interpretación tan sublime que, cuando desciende un milímetro su credibilidad, se nota mucho. En esta ocasión, me ha costado creer su relación con Raúl, el hijo de Helena. Buena parte de la película lo veremos interactuando con él, pero la escasa conexión que existe entre padrastro e hijastro es la misma desconexión que yo siento con su personaje. No me he creído las desavenencias entre ellos, los tira y aflojas, los chantajes y las excusas. Hay algo en su discurso que me parece precipitado, irreal, poco tangible. Pero solo me ha ocurrido cuando actúa frente al joven. En el resto de escenas, sigue siendo el Tosar de siempre.

Pero si hay una interpretación que no me ha gustado nada en absoluto es la de Aixa Villagrán, que encarna el papel de Helena, la mujer de Rafa. No es una actriz a la que haya visto mucho, más allá de alguna serie como Allí abajo. En aquel trabajo hacía de uróloga y su papel cómico-dramático funcionaba bien. Pero en esta película no la veo a la altura de su personaje, y mucho menos como partenaire de Tosar. Me parece sobreactuada y poniendo mucho énfasis en un texto muy fingido. En cambio, Adelfa Calvo, como Teodora, está desaprovechada. Más leña a su historia hubiera sido mejor.

Luego hay un personaje bisagra. Raúl es el adolescente al que, más allá de tener que lidiar con un padrastro, todo lo que viven el resto de personajes de esta historia le queda lejísimos. Él solo está preocupado por llegar a tiempo a la parada del autobús donde lo recogerán para una excursión y donde, quizá, conseguirá ligarse a la chica que le gusta. Raúl es la conciencia, es cada uno de nosotros, cuando dejamos de mirarnos el ombligo y comprendemos que, ahí afuera, hay gente que también tiene problemas y, en algunos casos, son más graves que los nuestros.

Interpretado por Christian Checa, no tengo mucho que opinar sobre su trabajo. 

Eso sí, hay niños que dan auténticas lecciones, con ese despojo de todo artificio en pos de una naturalidad que les viene de serie. En esta película me creo a Selma, la hija de Badia. Me trago sus lágrimas cuando ve que lo que la policía le dice va en serio, que se la llevan, que la apartan de su madre. Es una secuencia breve pero llena de realidad. Lo mismo me pasa con el hijo de Azucena, el niño que ha perdido el habla porque el miedo que percibe en su madre lo ha dejado sin palabras. 

Para finalizar, y como decía al principio, Juan Diego Botto hace doblete. Es el director de la película pero también interpreta a Manuel, un hombre que se busca la vida como puede. Lleva mucho tiempo dando tumbos de un lado a otro, lo han echado de muchas ocupaciones y ha perdido toda ilusión y esperanza. Manuel está asqueado de la vida, cansando, y se niega a luchar por lo que es suyo. Al principio no entendía por qué interpreta a un hombre argentino, y no  a uno español, pero dejas correr un poco la película y obtienes la respuesta. Se juega un poco con el estereotipo pero funciona, y da una leve brisa fresca al drama.

Dirección

He leído opiniones en las que se dice que Botto debería dedicarse únicamente al trabajo de interpretación y dejar la dirección para otros. Yo no lo veo así. A mí me ha gustado el enfoque de esta película. La filmación con cámara al ristre le da movimiento, agilidad y verosimilitud a las escenas. No me siento como un espectador sino como un testigo. Yo soy parte de esa muchedumbre que se manifiesta delante del banco, que se persona ante la puerta de Azucena para impedir el desahucio, mientras ella trata de abrirse hueco entre los presentes. Me gusta cómo gestiona los silencios, tan densos y asfixiantes. Me gusta cómo solapa una escena con el sonido de otra para dar continuidad a la historia. Me gustan los primeros planos y esos otros más indirectos, mostrando el rostro de los personajes. Me gusta escuchar esa radio que vomita la información económica tan devastadora y ruinosa. Y me gustan los planos de un barrio humilde, de edificios de ladrillos vistos y la colada colgada en la ventana. 

En lo que a mí respecta, Juan Diego Botto hace una labor de dirección bastante meritoria en esta película que, llegado un momento dado, incluso adquiere ciertos visos de documental. Sin duda, si sigue por esta senda, yo volveré a apostar por él.


Para concluir, En los márgenes es una película denuncia. Dejando a un lado que quizá hubiera sido más conveniente centrarse en un par de historias y no hacer una película tan coral, creo que lo que plantea esta cinta es lo suficientemente interesante como para no perdértela. Crítica la ley hipotecaria, que te condena al desahucio si no pagas, pero a la vez te mantiene la deuda. Critica a los servicios sociales, que tratan todos los casos por igual, siguiendo un patrón, sin entrar en los pormenores de cada circunstancia personal. Todo esto y mucho más. No será una película inolvidable pero tampoco me parece prescindible. A mí me gustó este drama social, tan lleno de vida y de verdad. Entra en este post que Juan Diego Botto publica en su Instagram y mira a los verdaderos protagonistas de esta historia. 



Tráiler:




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