Quantcast
Channel: Lecturápolis
Viewing all articles
Browse latest Browse all 2535

SARA JARAMILLO KLINKERT: ❝La felicidad no está en los lugares. La felicidad está en uno❞

$
0
0

Sara Jaramillo Klinkert visitó Sevilla hace unas semanas para promocionar su última novela, Escrito en la piel del jaguar (Lumen). Se trata de la tercera novela que publica la autora colombiana, después de que, gracias a que Héctor Abad Faciolince se cruzara en su camino, publicó Cómo maté a mi padre, en 2020.

La idea para desarrollar la historia que se narra en Escrito en la piel del jaguar parte de su propia experiencia. Sara cuenta cómo descubrió una playa prácticamente virgen, a la que llegó por azar, pedaleando en bicicleta. El lugar es recóndito y apenas explorado, pues es difícil acceder a él en coche. Sara quedó maravillada con aquel lugar y decidió construirse una cabaña, donde pasa largas temporadas. Es un lugar en el que no existen las modernidades con las que contamos hoy, y donde los nativos subsisten pescando, recolectando agua, como si el mundo siguiera anclado en el pasado y no estuviéramos en el siglo XXI. Fue así cómo a Sara se le ocurrió la idea para esta novela, protagonizada por una pareja, Miguel y Lila, que deciden irse a vivir a lo que ellos consideran un paraíso. Nada resulta como esperaban.

No serán los únicos personajes. Importante será también el peso de Antigua Padilla, una buscadora de agua. 

Os dejo con nuestra conversación. De hecho, os recomiendo escucharla mejor que leerla. Sara le pone tanta pasión a sus palabras que es una delicia oírla. 

Marisa G.- Sara, un placer tenerte en Sevilla. Tenía muchas preguntas que hacerte, pero vamos a ir directo al grano, porque no tenemos mucho tiempo. Para empezar, sé que esta novela parte en cierto sentido de experiencias personales tuyas.
Sara J.K.- Sí. Fíjate, Marisa, que yo, por razones del azar, llegué un día montando en bicicleta, a esta playa, que es un sitio muy recóndito, muy lejano, donde no hay carreteras, pero como iba en bicicleta, logré llegar. Quedé súper enamorada del sitio y terminé allí con mi novio construyendo una cabañita. Parecía como este sueño idílico de tener una cabaña frente al mar con un montón de  naturaleza, un montón de animales, y resulta que cuando uno empieza a pasar temporadas allí, se va dando cuenta de que el paraíso y estos lugares tan idílicos también tienen cosas oscuras y también pasan cosas oscuras.
Me interesaba mucho mostrar en la novela ese contraste y mostrar esta aspiración tan humana de vivir en el paraíso. Mostrar que eso en la teoría funciona muy bien, pero en la práctica hay un montón de dificultades, porque la naturaleza, cuando está tan virgen como está en este lugar, cuando es tan salvaje y el mar cuando es un mar abierto, y los lugareños, cuando son un grupo de personas que nunca han salido de allí, tienen otra forma de entender la vida, de asimilarlo, y de solucionar sus propios conflictos. Todo esto significa un choque muy grande para una persona que llega de la ciudad. Me interesaba mucho reflejar ese choque de los personajes con este tipo de lugares.
M.G.- Hay un contraste importante entre lo que es la vida civilizada, entre comillas, y la vida en la naturaleza.

S.J.K.- Sí, total, total. Soy de las que digo que los seres humanos, sobre todo los que estamos viviendo en la ciudad desde hace tanto, hemos perdido por completo la conexión con la naturaleza, ¿sabes? Nosotros estamos acostumbrados a que el pescado no se pesca, el pescado lo ve uno en el supermercado y lo saca del congelador, ¿cierto? Y con el agua, uno siempre abre la canilla y siempre, absolutamente siempre, sale agua. Y esto hace que nos desconectemos mucho, que dejemos de ver la importancia de los procesos de cultivar, de pescar, de leer la marea para saber que está ocurriendo en el mar, de leer el cielo para saber si va a llover o no va a llover, de coger la tierra y analizarla para ver si es una tierra buena para cultivar o no. Nosotros perdimos todo eso. Eso eran conocimientos ancestrales que venían desde muy atrás, y nosotros ya los perdimos. Entonces van una pareja como Lila y Miguel, absolutos urbanitas, acostumbrados a que con dinero pueden solucionar absolutamente todos los problemas de su vida y allá se encuentran con que no es así. Es un encontrón muy fuerte consigo mismos porque básicamente se dan cuenta de que no sirven para nada. Si los lugareños no les ayudan, se mueren de sed, se mueren de hambre, se mueren de tedio. Y entonces me interesaba un montón como desmitificar esta idea tan idílica y tan humana de que la vida en la naturaleza es perfecta y que voy a ser feliz cuando viva en la naturaleza.

M.G.- Claro, tiene sus problemas. Todo tiene sus pros y sus contras.

S.J.K.- Yo digo que si supiéramos en qué lugar existe la felicidad, pues todos estuviéramos viviendo allá. Y resulta que es que la felicidad no está en los lugares. La felicidad está en uno. Y es un poco lo que le pasa a Miguel, que siempre se ha sentido tan infeliz porque está lleno de cosas, de recursos y de dinero, pero nunca ha sentido que es feliz. Y allá él, de repente, se da cuenta de que aún menos, porque allá lo único que medio le daba estabilidad era el dinero. Pero como allí el dinero no le sirve para nada, entonces se siente todavía más infeliz. Él es el que lleva más mal esa situación y ese tener que valerse por sí mismo y ese sentirse tan absolutamente infeliz con su vida. Ojo, pese a tener todo. Me interesaba también mostrar ese conflicto, porque mira que la situación de Lila es distinta. Lila intenta más entender dónde está y entender cómo puede lograr ser feliz en ese lugar. Esa tensión me servía porque también quería que hubiese conflicto de pareja. Esa diferencia de opiniones y de formas de analizar lo que les está pasando me servía para conflictearlos a ellos también.

M.G.- Interesa también ver cómo los nativos perciben la llegada de la pareja.

S.J.K. - Sí, sí, sí. Los urbanitas, cuando llegan allá, siempre llegan como yo les voy a enseñar. Yo sé más que ellos, porque yo tengo educación, y yo he ido a universidades, y yo tengo dinero, y yo vengo de una familia muy poderosa. Siempre es esa la actitud. Y los nativos los miran con mucha pena, se ríen de ellos, porque los nativos rápidamente se dan cuenta de que son un par de tontos, que son un par de ingenuos, y que si ellos no les ayudan, pues no van a durar allá ni un día, se van a morir de sed al día siguiente. Los ven agobiados por el calor, porque allí el calor es terrible y la humedad es terrible. Y los ven agobiados por los bichos porque los pican todos, los zancudos, las aguasmalas, todos los pica y los ven absolutamente agobiados por ese tedio.

Ellos no saben qué hacer con el tiempo, no tienen ni idea que hacer con el tiempo, porque de repente se ven con unos días larguísimos que nunca se acaban, donde nunca pasa nada, donde los días son iguales. No saben qué hacer, y se aburren, y lo único que los mantiene allí esperando es esa pizca de esperanza que les da saber que viene esa buscadora de agua. Su llegada será muy incierta, pero ellos quieren creer que sí va a llegar, y que ella va a encontrar agua. Miguel y Lila creen que cuando ella encuentre agua, ellos van a poder apropiarse del territorio, van a sacarle mucho dinero. Ellos piensan que un lugar frente al mar con agua se va a valorizar mucho. A pesar de que se están dando cuenta de que el dinero no les sirve para nada, paradójicamente tienen la ilusión de hacer más dinero. Y allí se quedan varados, esperándola a ella.

Todo esto es muy curioso porque demuestra esa visión infinita del ser humano de querer siempre más y más. No importa cuánto consigamos, queremos un poquito más y conseguimos ese poquito más. Pero entonces vamos por el otro poquito y parece que nunca estamos llenos y que nunca estamos saciados. Y era lo que quería reflejar con eso.


[Si prefieres oír nuestra conversación, dale al play]



M.G.- Esa buscadora de agua, que se llama Antigua Padilla, que es un personaje muy peculiar. Es zahorí, emplea un péndulo para buscar agua, y además se dice que tiene el poder de atraer a los jaguares.

S.J.K.- Ay, mira Marisa, con ese personaje me pegué una encariñada con él impresionante. Imagínate que ese personaje, en un principio, era muy secundario. Era un personaje que yo necesitaba para obligarlos a ellos a esperar. Esa era la única función de Antigua Padilla. Es más, en algún momento me planteé si necesitaba que llegara. Si era necesario que la zahorí llegara físicamente a Puerto Arturo. Lo único que necesitaba de ella es darle una razón a Miguel y Lila para que se quedarán allí, esperándola. 

El poder de Antigua Padilla para encontrar agua me obligó a crearle un pasado. Y ese pasado es que su abuela tenía el mismo don. Ese es un don que se hereda, un conocimiento ancestral. Su abuela también encontraba corrientes subterráneas de agua. Vivían en un sitio que también era muy seco. En Puerto Arturo, digamos, que la sequía apenas está empezando. Ellas son de una zona donde hace muchos años que no llueve, con lo cual el poder de encontrar agua era realmente un superpoder.

La abuela, cuando estaba muy vieja y encontraba los pozos de agua, la mandaba a ella cuidarlos. Imagínate una niña en el desierto cuidando esos pozos de agua, absolutamente desprotegida. La abuela la disfrazó de hombre para que no la violaran, pero estaba muy desprotegida. Antigua lo que hacía era dibujar huellitas de jaguar en la arena. Y así empezó a regar el runrún entre los lugareños de que los jaguares habían vuelto a la zona. Antigua nota que su estrategia funciona y aprende además a rugir como los jaguares. La gente cree que todo está lleno de jaguares en torno a ese pozo y nadie se puede acercar. Por eso ella siempre está relacionada con los jaguares. Donde estaba Antigua, siempre estaba el runrún de que había jaguares. Para mí, como autora, era delicioso crear esa atmósfera porque me permitió darle Antigua es ambigüedad. ¿Ella atrae a los jaguares o ella es capaz de convertirse en un jaguar? Pongo ahí los elementos para que para que cada lector lo interprete a su manera.

Lo de convertirse en jaguar lo digo muy inspirada por los chamanes, que son los indígenas que están muy al sur de Colombia, donde para ellos el jaguar es el animal más sagrado de la selva. El jaguar es el dueño de la naturaleza, es el dueño del cielo, es el dueño de la tierra, y es el dueño de los demás animales. O sea, es básicamente su dios. Y esos chamanes, a través de esas ceremonias que hacen, dicen que pueden transmutarse en jaguar, convertirse en jaguares. Esa idea me parecía tan bonita y tan poderosa que me dije cómo no le voy a poner a Antigua este don y así la doto de un poder muy grande. Es una mujer que aparentemente está muy desprotegida, pero tiene este poder de la jaguaridad. Además me imaginé que tenía vitíligo porque, de alguna manera, eso la asociaba a tener manchas en la piel. Finalmente, los jaguares son animales con manchas en la piel. Así la empecé a dotar de esos rasgos felinos. El personaje fue tomando forma, fue pidiendo espacio y protagonismo dentro del libro. Se lo di y se volvió un personaje tan bonito y tan impresionante. El lector me pregunta si realmente se convierte o no en jaguar. Y yo le respondo, pues usted interprete lo que sea. Si usted me dice que sí, ahí están todas las pistas para que usted me defienda esa opinión. Y si usted me dice que no, también están las pistas para defender esa opinión. Tiene razón las dos formas de ver la historia. Cada lector decide cómo lo quiere ver y cómo lo quiere interpretar, y me gusta mucho eso, que el lector sea el que tenga que esforzarse y que cerrar la historia a su manera.

M.G.- Aparte de los urbanistas, aparte de Antigua, también hay otros personajes nativos. Femeninos, precisamente, porque tú señalas o haces hincapié en los personajes femeninos nativos.

S.J.K.- Sí, sí, sí. Por ejemplo, me gustan un montón esos personajes, sobre todo, el de Tilda, una niña que nació allí. Todos los lugareños de allá nacieron allá y allá van a morir con seguridad. Es casi que lo único que saben desde que nacen, porque salir de allá es muy difícil. 

Después de pasar tantas temporadas allá, conocí a un montón de niñas llenas de sueños y llenas de ganas de hacer cosas. Al volver a la temporada siguiente, era muy triste ver que esas niñas seguían allá y que no habían podido cumplir ni uno solo de sus sueños. Para mí era muy frustrante y muy triste.

Tilda personifica a todas esas niñas que he conocido a lo largo de todos estos años y la forma en la que todos sus sueños terminan tan rotos. No hay manera de romper ese patrón. No lo logran por mucho que quieran, por mucho que intenten. Pareciera que están en un lugar tan libre y tan abierto y tan vasto, pero están encerradas allí, y es muy fuerte esa idea. ¿Cómo en medio de tanta vastedad puede uno estar encerrado? Ellas están encerradas y no logran cambiar su suerte. 

Parte de su suerte proviene del hecho de ser mujer en un territorio absolutamente machista. Allá, mientras más hijos se tienen, más hombre se es. Todos tienen que tener un montón de hijos porque todos quieren demostrar que son muy hombres. Y en la novela denuncio todas estas actitudes machistas que finalmente son las que hacen que estas mujeres no logren nunca romper esa cadena, ni puedan decidir sobre sus propios cuerpos y sobre sus propias suertes. Y el personaje de Tilda fue muy bello de crear, dotarle todos esos sueños y todas esas capacidades. Es una niña llena de talento, es muy imaginativa, jugaba fútbol mejor que los hombres y ellos no le perdonan eso. Después, era muy triste pensar que le tenía que dar un final que a mí no me iba a gustar y que al lector seguramente tampoco, pero que es real, que es lo que realmente pasa allá. Es eso lo que quería denunciar.

M.G.- Has hablado de machismo. También hemos hablado del contraste entre civilización y naturaleza. Son temas de la novela, una historia que te permite hablar de mucho, como de la maternidad o del valor del dinero. Se tocan muchas cuestiones.

S.J.K.- Sí, a pesar de que pareciera que no está pasando nada, porque solo hay esta pareja de urbanitas, esperando a una buscadora de agua, en el fondo, hay un montón de temas. Tú ya mencionaste algunos. También hay una crítica gigante al capitalismo. Hay denuncia al embarazo infantil. Se habla de incesto, de paramilitarismo, de narcotráfico. Es que hay un montón, un montón de temas, pero estos citadinos no los ven. Ellos se vienen a dar cuenta al final, cuando ya explota la cosa. Ellos están absolutamente abrumados por lo que está pasando. Están muy impresionados, pensando cómo no nos dimos cuenta de esto si esto estaba precisamente casi sobre nosotros, pisándonos las narices, y nosotros no lo vimos. Pero eso es lo que pasa cuando uno es urbanita y se va a vivir allá, y se desentiende de los temas que ocurren allá. 

Me interesaba hacer como un repaso de todos estos temas y ponerlos allí como soterrados, evidenciarlos a través de historias, y que el lector mismo, así como tú hiciste, los fuera desenterrando, los fuera como detectando, dándose cuenta de que la novela habla. Aparentemente no habla de nada, pero habla de todo.

M.G.- De la magia, por ejemplo. Los urbanitas creen que por vivir en la naturaleza van a ser más felices pero también es verdad que los nativos entienden la vida de otra manera. Por ejemplo, tienen una forma peculiar de interpretar la muerte o de atajar las enfermedades.

S.J.K.- Sí, mira, es muy bonito porque, cuando uno vive en conexión con la naturaleza, no pelea con ella. Entonces, si una persona se murió, pues se murió. Y no hay absolutamente ningún misterio con respecto a eso. Lila y Miguel, por ejemplo, estaban empeñados por poner luz, electricidad en la casa, Tilda les decía que para qué. Y Lila le responde que para tener luz por la noche. Y Tilda le dice que, si la noche es para dormir, ¿para qué necesitan luz de noche? Es una respuesta lógica. Los ilógicos somos nosotros que queremos iluminar la noche. Eso sí es ilógico. 

Nosotros racionalizamos el tiempo al punto de decir que nos bañamos a determinada hora. Lila le pregunta a Tilda: ¿A qué hora se mete uno al mar? ¿Cuál es la mejor hora para meterse al mar? Y Tilda le responde que cuando uno tenga calor. Ella ni siquiera entiende esa pregunta, es tan absurda. Y Lila solo se da cuenta de lo absurda que es cuando Tilda le responde eso. Nosotros medimos la hora a la que nos bañamos, la hora a la que desayunamos, la hora a la que almorzamos. Qué manía está de ponerle hora a todo, de racionalizar nuestro manejo del tiempo, cuando la naturaleza misma es la que a ellos les da los propios ciclos, les dice a qué hora levantarse, a qué hora acostarse, cuándo cultivar, cuándo sembrar las semillas, cuándo pescar. O sea, toda esa información está en la naturaleza y ellos la saben a la perfección. Los que la olvidamos somos nosotros, que por andar aquí en la ciudad tan confiados de que nuestro dinero nos va a salvar de todo, creemos que no vamos a necesitar nunca esos conocimientos.

M.G.- Ya para finalizar, Sara, ¿has sentido presión a la hora de escribir tu segunda y tercera novela, teniendo en cuenta el éxito de la primera, de la mano de Héctor Abad?

S.J.K.- Sí, claro. Yo creo que esa presión siempre se siente, pero a mí no me molesta. Siento que esa presión es lo que me hace esforzarme más, es lo que hace que a cada obra le dedique más tiempo, le dedique más reescrituras, le dedique más pensamientos, y más planificación. En efecto, siento un compromiso con los lectores, que ya empiezo a notar que esperan la obra, que me piden cuerda para una siguiente y no los quiero defraudar. En cierta manera, visto de manera optimista, que ya ves que soy una persona que siempre tiende al optimismo, veo que esa presión me obliga a esforzarme, me obliga a esforzarme, y a darle siempre lo mejor.

M.G.- Muchas gracias, Sara, por atenderme y un placer tenerte en Sevilla.

S.J.K.- Ay, no, el placer es mío. Estoy feliz aquí, feliz de conversar contigo, y feliz de dejar esta ciudad llena de huellitas de jaguares. 


Sinopsis: Lila y Miguel, una pareja de trabajadores obsesionados con el dinero y la clase social, dejan atrás su cómoda vida en la gran ciudad y terminan varados en un lugar idílico frente al mar, aunque recientemente asolado por una gran sequía. Allí esperan la llegada de Antigua Padilla, una buscadora de agua de quien se dice que tiene el poder de atraer a los jaguares.

Atrapados en un tiempo sin medida, oyen hablar acerca de curanderas con pies de elefante y fuego en la boca, peces que comen ojos, hombres de dos caras, flores del sueño y leyes impuestas por fuerzas invisibles para favorecer sus oscuros intereses. No solo serán desafiados por la naturaleza y la comunidad de nativos sino también por ellos mismos y sus limitaciones, pues en ese lugar hermoso y terrible salen a la luz los aspectos más secretos e inquietantes del ser humano.

Una historia inspirada en hechos reales sobre el choque de dos mundos, sobre domadores domados y la mirada miope de los citadinos que pretenden habitar un entorno salvaje. La revelación de la literatura colombiana con Cómo maté a mi padre cifra también en esta gran novela la arraigada costumbre de cerrar los ojos como método de supervivencia.


Viewing all articles
Browse latest Browse all 2535

Trending Articles