Año: 2023
Nacionalidad: España
Director: Patricia Font
Reparto: Enric Auquer, Laia Costa, Luisa Gavasa, Ramón Agirre
Género: Drama
Sinopsis: Ariadna (Laia Costa) descubre que su abuelo busca desde hace tiempo los restos de su padre, desaparecido en la Guerra Civil. Decidida a ayudarlo, viaja a Burgos, donde están exhumando una fosa común en la que podría estar enterrado. Durante su estancia allí, conocerá la historia de Antoni Benaiges (Enric Auquer), un joven maestro de Tarragona que antes de la guerra fue profesor de su abuelo. Mediante un innovador método pedagógico Antoni inspiró a sus alumnos y les hizo una promesa: llevarlos a ver el mar.
La cosa va de maestros esta semana y es que, además de la novela de la que os hablé el lunes, La maestra de José Antonio Lucero, no me puedo resistir a traer a este espacio una película preciosa que, como ya dije en la reseña de la novela, sirve de complemento.
El maestro que prometió el mar me ha parecido una maravilla. Estamos ante la adaptación cinematográfica de la novela homónima de Francesc Escribano que viene a narrarnos la historia de Antoni Benaiges, un maestro de Tarragona que, en el año 1934, fue destinado a Bañuelos de Bureba, una pequeñita localidad burgalesa. Allí se hizo cargo de la escuela, sustituyendo al que, hasta ese momento, había ejercido como maestro, el cura del pueblo.
La película, dirigida por Patricia Font, arranca en el año 2010. En La Pedraja, otra localidad de la zona, tiene lugar una escena descorazonadora. Un grupo de arqueólogos forenses trabajan en una fosa común, desenterrando cuerpos con delicadeza suma. Poco a poco van apareciendo huesos y, junto a ellos, algunos objetos personales que pertenecieron a los allí sepultados, -unas gafas, un peine, un colgante-, pertenencias a través de las cuales se puede llegar a una identificación.
Mientras, en Barcelona, Ariadna recibe una llamada de teléfono. Al otro lado de la línea alguien que pertenece a una asociación, pregunta por su abuelo. Al parecer, el hombre firmó unos papeles para solicitar la exhumación de una fosa común, y así tratar de localizar a su padre. La nieta no sabe nada del asunto. Le parece muy extraño que no sepan nada de esta historia, así que trata de averiguar algo preguntando a su abuelo. Sin embargo, el hombre, que parece aquejado de alzhéimer y vive en una residencia, no aporta ninguna luz. La joven siente que tiene una misión que cumplir, averiguar qué le ocurrió al padre de su abuelo. Siente que se lo debe, así que pondrá rumbo a La Pedraja. Allí contactará con Laura, la directora de la excavación.
En los alrededores de la fosa común se agolpan los vecinos de los municipios cercanos. Buscan a sus familiares entre aquellos huesos. Entre el vecindario, Ari entabla conversación con Emilio, un hombre de Bañuelos de Bureba que le dice que, en esta fosa común, podría estar enterrado otro catalán como ella. Se refiere a Antoni Benaiges, el que fue su maestro de escuela, y el auténtico protagonista de la película. En este punto, la acción retrocede en el tiempo. Nos trasladamos al año 1935, cuando Beinages llega a Bañuelos de Bureba, como maestro del pueblo. Sobre la puerta de la escuela, en la planta baja del edificio, luce la bandera republicana.
A partir de este punto, el largometraje se centra en la labor de Antoni, en sus métodos de enseñanza, siguiendo los principios pedagógicos de Célestin Freinet. Si bien al principio tendrá pocos alumnos, Benaiges conseguirá ganarse la confianza de los pequeños del pueblo, aunque tendrá que lidiar con los poderes fácticos del municipio, -el alcalde y el cura-. Y es que, Antoni no sólo se limita a ejerce como docente dentro el aula, sino que también está muy comprometido políticamente con la República. Sus artículos que se publican en los periódicos levantan ampollas y lo ponen en el punto de mira, pero el maestro tiene una máxima, la libertad.
Arropado por Charo, la mujer que se encarga de limpiar la casa del maestro, Beinages aceptará hacer un favor a un amigo, un acto que cambiará la vida de un niño.
Y mientras la historia del maestro avanza, también veremos a Ari tratando de averiguar qué ocurrió con su bisabuelo, en una carrera contra el reloj, pues la salud de su abuelo se deteriora a pasos agigantados.
Todo ello para llegar a un desenlace triste y hermoso a la vez, que a mí, debo decirlo, me conmovió profundamente, sin caer en sensiblerías baratas.
Qué me ha gustado de la película
Yo sé que se habla constantemente de la guerra civil, de los fusilamientos en las tapias de los cementerios, de gente que no sabe dónde están sus familiares. Lo sé pero, a pesar de que hay mucho material literario y cinematográfico que abordan estas cuestiones, me sigue pareciendo necesario hablar hasta la saciedad y sacar a la luz tantas y tantas historias personales.
El maestro que prometió el mar se sustenta sobre dos hilos temporales que se complementan. Por un lado, el homenaje que se le hace a los maestros y maestras de la República, con aquellos métodos de enseñanza tan innovadores y que sorprendió a todos. Maestros y maestras que vinieron a cambiar España desde sus raíces, tratando de inculcar a los niños un ideario en el que la palabra libertad se escribía con mayúsculas. Así que la película nos mostrará que en las aulas republicanas, los niños y niñas asistían a clase juntos, que existía la coeducación, la igualdad de sexos, la democracia, y la educación laica, erradicando de las aulas cualquier objeto religioso. En el aula, la máxima autoridad es el maestro. Nadie más.
En este largometraje veremos a un maestro cargado de ilusión, emocionado por poder transmitir conocimiento a sus alumnos, a los que anima a experimentar, a dejarse llevar por su curiosidad, y a los que enseña cosas prácticas para la vida. Maestros que pedían que sus alumnos los tutearan, acortando distancia, porque ellos eran uno más en el aula.
Por otra parte, la película también se centra en esa búsqueda desesperada que emprenden algunos familiares, tratando de localizar los restos de un ser querido, restos que estarán en una fosa común, una pila de huesos, junto a otra pila, y a otra más. Encomiable es la labor de los arqueólogos forenses, a los que todavía les queda por abrir la inmensa mayoría de las fosas que cruzan este país, a lo largo y a lo ancho.
Me ha llamado muchísimo la atención el dato que deja caer esta película, que todavía hay gente que no ve con buenos ojos este tipo de exhumación, que los muertos mejor dejarlos donde están, y que las familias se deberían olvidar de ellos.
La ambientación, la caracterización, el vestuario, así como todo tipo de detalles, como el menaje en los hogares, está muy conseguido y ayuda a que el espectador se adentre en la historia.
Qué es lo que no me ha convencido de la película
No es que no me haya convencido pero sí he echado en falta algo más de profundidad con respecto a los procesos de depuración a los que fueron sometidos los maestros y maestras de la República. La película pasa muy por encima sobre esta cuestión y creo que hubiera sido interesante ver alguna escena que nos mostrara cómo ejercía la Comisión Depuradora. Porque Antoni Benaiges, antes de que le pasara lo que le sucedió (algo que ya os podéis imaginar) pasó por el proceso de depuración, a partir de denuncias de ciertos vecinos del pueblo.
Por otra parte, el relato del presente no está a la altura de la historia del pasado. El hilo narrativo que protagoniza Ari está muy desdibujado. Al personaje lo vamos a ver constantemente taciturno y enfadado, incluso antes de atender la llamada de la asociación pero, ¿qué le ocurre a Ari? La madre le llega a decir: «Ahora que estás mejor, podrías volver a trabajar». Y por ella misma sabremos que está de baja pero, ¿por qué? ¿Qué le ocurre? Creo que el guion peca ahí de falta de información, lo que provoca que no entendamos muy bien a Ari, con su constante frialdad y enojo.
Personajes e interpretación
Ni que decir tiene que Enric Auquer, en el papel del maestro, está absolutamente fabuloso y muy convincente. Su personaje es sencillo, humilde, lleno de ilusión y entrega. Él quiere ser esa mano que convierte esos niños y niñas en hombres y mujeres con un horizonte próspero por delante, pero también quiere que disfruten de su infancia, al tiempo que los anima a conseguir sus sueños. Antoni Beinages es ese maestro que a todos nos hubiera gustado tener; o ese maestro que representa a todos los que vinieron después y que, de un modo u otro, nos marcaron para siempre.
La interpretación de Enric no tiene mácula alguna. Sus gestos, sus miradas - a veces, se queda embobado mirando a sus alumnos con una cara de satisfacción y amor increíble-, lo dicen todo. Incluso hasta su acento catalán no desentona. A mí me ha encantado el trabajo que ha hecho este actor, nominado a Mejor Protagonista en los pasados Goya, pero se lo arrebató David Verdager interpretando al humorista Eugenio en Saben aquell y, la verdad, también era el suyo un trabajo de interpretación fantástico.
A Laia Costa como Ari la dejo al margen. Creo que ella no tiene la culpa de que sea difícil empatizar con ella. Es que, como dije antes, nos falta información. Sí es cierto que la actriz parece encasillada últimamente en papeles con mucha introspección y lastre.
Destaco también a Luisa Gavasa en el papel de Charo. Es un papel breve pero la actriz le saca su jugo. Y, por supuesto, los niños. Fantástico el actor que interpreta a Emilio y la niña que da vida a Josefina, la hija del alcalde. La interactuación de Charo y los niños con Antoni es muy natural y creíble.
El maestro que prometió el mar es una película cadenciosa, con una banda sonora fantástica, que se toma su tiempo, pero convierte la historia en un bonito paseo con zonas de luz y sombra. Me parece una historia necesaria, que debería llegar muy lejos, un bonito homenaje a los maestros, concretamente a Antoni Benaiges, cuyos restos no se saben dónde están.
A mí me ha parecido una preciosidad.
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