Editorial: Lumen.
Fecha publicación: 2007
Precio. 15,90 €
Nº Páginas: 160
Género: Relatos. Ficción moderna.
Fecha publicación: 2007
Precio. 15,90 €
Nº Páginas: 160
Género: Relatos. Ficción moderna.
Edición: Tapa dura con sobrecubierta.
ISBN: 9788426415998
ISBN: 9788426415998
Autora
Nacida en 1939 en Ottawa y licenciada en la Universidad de Toronto, Margaret Atwood es una de las escritoras de más prestigio del panorama internacional, y su nombre ha aparecido a menudo en la lista de candidatas al Premio Nobel.
Tiene en su haber más de treinta volúmenes de poesía, numerosas colecciones de cuentos y once novelas, entre las que cabe destacar El cuento de la criada (1983), La novia ladrona (1944), Alias Grace (1996), El asesino ciego (que en 2000 ganó el prestigioso Booker Prize), la colección de ensayos titulada La maldición de Eva, que Lumen publicó en 2006, y los dos volúmenes de cuentos titulados Las chicas bailarinas y Érase una vez.
Actualmente Margaret Atwood vive en Toronto con su compañero, el novelista Graeme Gibson.
Sinopsis
Unos cuentos de la gran Atwood que hablan de las relaciones de pareja.
De pronto te das cuenta de la hora que es. Te vistes, te vas a casa, enciendes un cigarro. Te casas. Estos versos del gran Leonard Cohen resumen a la perfección el espíritu de Érase una vez, una magnífica colección de relatos en la que Margaret Atwood explora el mundo de la pareja, describiendo ese extraño malestar que se crea cuando las relaciones ya están consolidadas y la rutina nos lleva a convertir la pasión en un sentimiento vago de cariño, mezclado a veces con el hastío. Descubrimos a esas parejas en su entorno familiar, puliendo antiguos escándalos para poder convivir con ellos, mintiendo piadosamente o disfrutando de un viaje cada cual a su manera. Estos retales de vida, que en otras manos podrían resultar anodinos, aquí cobran hondura gracias al talento de Atwood, a su ironía y a su capacidad de convertir una historia convencional y muy particular en cosa de todos.
Acompañan a los relatos dos piezas insólitas: una reflexión muy aguda sobre la dificultad de moverse en las aguas de lo políticamente correcto y un polémico manifiesto, «A favor de las mujeres tontas», que nos muestran de qué es capaz Margaret Atwood cuando pone en juego su sentido del humor.
Ficha: www.megustaleer.com
Leí este libro hace unos meses y aprovechando el reto sobre Mujeres Laureadas que nos propuso Lidia de Juntando más letras, rescato mis notas y redacto esta reseña para hablaros de mi primera experiencia con las obras de esta autora canadiense, de la que tan bien me había hablado un compañero de trabajo. Espero que no sea la última vez que me acerque a sus libros.
Érase una vez es una recopilación de ocho relatos en la que Margaret Atwood hace gala de su bien hacer. Según tengo entendido, los que se incluyen en este volumen ya fueron publicados anteriormente en dos obras distintas en inglés: Dancing girls and other stories (1977) y Good Bones (1992). Además, de esos ocho textos, el primero y el último no siguen el mismo patrón que los restantes.
Reseñar un libro de relatos es complejo así que me limitaré a comentaros algunos detalles para que os hagáis una idea de lo que podéis encontrar en este libro.
En cada historia, la mujer desempeña un papel remarcado. La figura femenina está presente en toda la narración y por regla general, nos acercamos al desarrollo de los hechos desde su punto de vista, cuando se nos habla de sus experiencias, de sus miedos e inquietudes.
Se hace uso de la primera o de la tercera persona indistintamente. Incluso hay relatos en los que se combinan las dos voces narrativas, siendo la primera una especie de zoom que nos acerca al drama de la protagonista, de la que prácticamente en todos los casos desconoceremos su nombre, como tampoco sabremos a ciencia cierta en qué época o lugar transcurre. Son elementos que carecen de importancia, aquí lo que cuenta es lo que se cuenta. Dicho así, con toda la intención.
El amor y las relaciones hombre-mujer son los temas centrales que se ramificarán en la soledad, los celos, las infidelidades,... No encontraremos en ninguna página un amor pasional. Quizás lo hubo pero en el momento en el que se escriben estos relatos el amor comienza a diluirse o bien ha desaparecido por completo. Se trata de amores tristes, resignados, sin correspondencia en los que la mujer flota a la deriva. ¿Qué somos nosotras capaces de hacer por amor? ¿Las decisiones que tomamos por el ser querido, por agradarlo, por sentirnos aceptadas, terminan por volverse en nuestra contra? ¿Aceptamos al hombre por temor a quedarnos solas? Las relaciones que nos enseña Atwood están vacías de contenido. Hombres y mujeres infelices que por inercia o por cualquier otro banal motivo continúan juntos. Se vislumbra la crítica a las convenciones sociales.
Con Margaret Atwood el lector tiene trabajo porque no es una autora que guste ponérnoslo fácil, al menos en este caso. Esta actitud no le resta interés a las historias que nos cuenta. Todo lo contrario. El lector se siente intrigado por el devenir de los hechos y el porvenir de los protagonistas y su curiosidad irá quedando saciada con pequeñas piezas de información que Atwood va soltando poco a poco.
De todos los relatos que se incluyen, son precisamente el primero y el último, los que en la sinopsis se describen como piezas insólitas, los que más me han gustado.
En Érase una vez, que da así título a todo el volumen, un narrador masculino intenta contar un cuento a una oyente femenina bastante desquiciante y puntillosa. Lo que en un principio iba a ser una narración se convierte en un diálogo que interrumpe constantemente la fluidez por las múltiples objeciones que formula la oyente a cada frase del cuento.
Ficha: www.megustaleer.com
Érase una vez es una recopilación de ocho relatos en la que Margaret Atwood hace gala de su bien hacer. Según tengo entendido, los que se incluyen en este volumen ya fueron publicados anteriormente en dos obras distintas en inglés: Dancing girls and other stories (1977) y Good Bones (1992). Además, de esos ocho textos, el primero y el último no siguen el mismo patrón que los restantes.
Reseñar un libro de relatos es complejo así que me limitaré a comentaros algunos detalles para que os hagáis una idea de lo que podéis encontrar en este libro.
En cada historia, la mujer desempeña un papel remarcado. La figura femenina está presente en toda la narración y por regla general, nos acercamos al desarrollo de los hechos desde su punto de vista, cuando se nos habla de sus experiencias, de sus miedos e inquietudes.
Se hace uso de la primera o de la tercera persona indistintamente. Incluso hay relatos en los que se combinan las dos voces narrativas, siendo la primera una especie de zoom que nos acerca al drama de la protagonista, de la que prácticamente en todos los casos desconoceremos su nombre, como tampoco sabremos a ciencia cierta en qué época o lugar transcurre. Son elementos que carecen de importancia, aquí lo que cuenta es lo que se cuenta. Dicho así, con toda la intención.
El amor y las relaciones hombre-mujer son los temas centrales que se ramificarán en la soledad, los celos, las infidelidades,... No encontraremos en ninguna página un amor pasional. Quizás lo hubo pero en el momento en el que se escriben estos relatos el amor comienza a diluirse o bien ha desaparecido por completo. Se trata de amores tristes, resignados, sin correspondencia en los que la mujer flota a la deriva. ¿Qué somos nosotras capaces de hacer por amor? ¿Las decisiones que tomamos por el ser querido, por agradarlo, por sentirnos aceptadas, terminan por volverse en nuestra contra? ¿Aceptamos al hombre por temor a quedarnos solas? Las relaciones que nos enseña Atwood están vacías de contenido. Hombres y mujeres infelices que por inercia o por cualquier otro banal motivo continúan juntos. Se vislumbra la crítica a las convenciones sociales.
Con Margaret Atwood el lector tiene trabajo porque no es una autora que guste ponérnoslo fácil, al menos en este caso. Esta actitud no le resta interés a las historias que nos cuenta. Todo lo contrario. El lector se siente intrigado por el devenir de los hechos y el porvenir de los protagonistas y su curiosidad irá quedando saciada con pequeñas piezas de información que Atwood va soltando poco a poco.
De todos los relatos que se incluyen, son precisamente el primero y el último, los que en la sinopsis se describen como piezas insólitas, los que más me han gustado.
En Érase una vez, que da así título a todo el volumen, un narrador masculino intenta contar un cuento a una oyente femenina bastante desquiciante y puntillosa. Lo que en un principio iba a ser una narración se convierte en un diálogo que interrumpe constantemente la fluidez por las múltiples objeciones que formula la oyente a cada frase del cuento.
- Érase una vez una niña pobre, tan hermosa como buena, que vivía con su malvada madrastra en una casa del bosque.
- ¿Del bosque? El bosque está anticuado. Vaya, todo ese entorno rural ya empieza a cansarme. No es un buen reflejo de la sociedad de hoy. ¿Por qué no la trasladamos a un entorno urbano, para variar?
- Érase una vez una niña pobre, tan hermosa como buena, que vivía con su malvada madrastra en una casa en las afueras de la ciudad.
- Eso está mejor. Pero debo cuestionar muy en serio el adjetivo pobre.
- ¡Pero era pobre!
- La pobreza es relativa. Vivía en una casa, ¿no?
[...]
Se dice de este relato que es una crítica contra lo políticamente correcto en la creación literaria, aplicada en este caso a un simple cuento infantil. Si miráramos con lupa aquellos cuentos de Andersen o de los hermanos Grimm, es muy probable que terminaran censurados o quemados en la hoguera. ¿Estamos llegando a límites excesivos y absurdos? ¿Es necesario puntualizar tanto para no ofender a nadie? Una cosa me lleva a otra y me viene a la mente la imagen de aquella ministra que usó por primera vez el término «miembra». Algo que me saca absolutamente de mis casillas.
En cuanto al último, A favor de las mujeres tontas,¿hay que añadir algo más? Es un alegato en favor de un cliché, el de las rubias tontas que mientras realizan su trabajo, se inspeccionan el peinado en el espejo, que simplemente fingen ser tontas por amor y que eligen mal a la hora de contraer matrimonio. Para Margaret Atwood, lo que llamamos una mujer tonta ha llegado a convertirse en una personaje literario que ha dado lugar a grandes obras y de ahí que ella lance al viento su "Rompamos una lanza a favor de las mujeres tontas, que nos ha dado la Literatura".
Una pequeña muestra:
¡Y también es fuente de inspiración para los hombres! ¿Por qué, si no, existen las sagas de héroes, de divinos poderes, capaces de obras sobrenaturales, si no es para ser admiradas por mujeres consideradas lo bastante tontas para creérselas?
Como primer acercamiento a la obra de Margaret Atwood no ha estado nada mal. He disfrutado con la lectura de sus relatos y al margen de los dos anteriores que os he comentado, también destacaría Translúcida donde la infidelidad del hombre curiosamente termina siendo culpa de la mujer o Joyería capilar, que con un título tan extraño, presenta una temática llena de realismo.
Hace un tiempo vi la entrevista que se le hizo a la autora en el programa Página 2. Me pareció tan interesante que he considerado oportuno rescatarla para que podáis disfrutarla.