Editorial: La Esfera de los libros.
Fecha publicación: 7 enero, 2014.
Nº Páginas: 334
Nº Páginas: 334
Precio: 18 €
Género: Novela negra.
Edición: Rústica con solapas.
Edición: Rústica con solapas.
ISBN: 978490600023
[Información facilitada por la editorial]
Esta reseña queda encuadrada en la lectura conjunta organizada por Laky de Libros que hay que leer, donde gané mi ejemplar, y Tatty de El universo de los libros. Gracias a ambas y vamos a ello.
Maxime Revel es un comandante de la policía francesa cuya vida no pasa por el mejor momento.Su mujer, Marieke, desapareció sin dejar rastro hace diez años y desde entonces tiene que hacerse cargo de su hija Léa, una adolescente de 17 años que padece anorexia. A todo esto se suma una tos constante con esputos sanguinolentos (suena asqueroso lo sé, pero es así) que no augura nada bueno y que hace sospechar que su tremenda adicción al tabaco le está pasando factura.
El mismo día que desapareció su mujer se descubre un doble asesinato. Un matrimonio (Jean y Liliane Porte) aparece muerto dentro del establecimiento que regentaba y todo parece indicar que ha sido fruto de un robo con violencia. A pesar de que Maxime pone a funcionar todo el operativo de que dispone, el caso, que pasó a llamarse Le Fanfare (nombre del establecimiento), quedó archivado y sin resolver por falta de pruebas.
Su aparente enfermedad, la de su hija y especialmente los dos casos sin resolver, el de su mujer y el de Le Fanfare, son como tremendas losas que atormentan al comandante día tras día, sin que pueda alejar los pensamientos que lo torturan. Aún así, tiene que seguir adelante para resolver todo caso que se le presente, como el que se recoge en el libro.
Eddy Stark, una vieja gloria del rock, aparece muerto en su mansión. El cadáver es hallado por su jardinero, Tommy, un chico de 25 años que lleva trabajando para el cantante unos cuantos años. Supuestamente la muerte se ha producido durante una sesión de sexo pues la autopsia desvela un juguete sexual dentro del cuerpo del cantante. Sin embargo, ya que el cadáver presenta golpes, hematomas y magulladuras, tampoco se descarta la posibilidad de una discusión por celos que acaba en tragedia entre el joven jardinero y Eddy, especialmente cuando la policía averigua que ambos mantenían una relación sexual.
Aparentemente este será el caso principal que el comandante Maxime Revel tendrá que investigar junto con su equipo formado por la teniente Sonia Breton, y los capitanes Abdel Mimouni, Renaud Lazare y Antonie Glacier. No obstante, el argumento no es precisamente simple. Con el paso de cada página comprobaremos que personajes que, en principio, nada tenían que ver, se ven envueltos en la muerte del cantante de forma directa y aquellos casos que quedaron sin resolver diez años atrás volverán a salir a la palestra. De esta manera la autora crea un entramado de circunstancias que se relacionan unas con otras, uniendo pasado y presente con habilidad. Esta será la última oportunidad que Revel tendrá para ajustar cuentas con su pasado.
Bajo mi punto de vista la novela se resuelve de manera aceptable. Bien es cierto que, llegando a los últimos capítulos, la cuestión es bastante liosa pero hay que decir en su favor que no he podido intuir con antelación cómo se iba a desarrollar el desenlace. También es verdad que, de los tres casos que se abarcan, uno de ellos queda más en el aire sin excesivo desarrollo. Se trata del asunto de la desaparición de Marieke que me tenía totalmente intrigada y expectante pero, en cualquier caso, todo queda debidamente cerrado sin que haya advertido flecos sueltos ni haber tenido la sensación de un cierre precipitado.
Al margen de toda la investigación policial, Danielle Thiéry también enfoca ocasionalmente la mirada del lector en las vidas personales de los protagonistas. Para mí, sacar a los personajes de su entorno laboral y llevarlos al terreno personal es un acierto pues considero que es una buena forma de que el lector sintonice con ellos y de que adquieran tintes más humanos. A este lado del libro, sentimos que esos personajes tienen una vida como la nuestra, llena de alegrías y penas, con sus días mejores y peores.
En el caso de Maxime nos topamos con un hombre agreste y malhumorado que siempre anda gruñendo y evita sociabilizar demasiado con los que le rodean. La pesadilla que vive desde que su mujer desapareció lo ha convertido en un ser huraño que solo se vuelca en su trabajo e intenta salvar la relación con su hija adolescente, algo muy complicado porque ella, muy afectada también por la desaparición de su madre, culpa a su progenitor de todo el asunto y toda su frustración la revierte en forma de trastorno alimenticio.
Para más inri, las teorías que circulan alrededor de la desaparición de su esposa hablan de infidelidad, de celos, de discusiones y de tomarse la justicia por su mano. En cualquier caso, Maxime no es que fuera un hombre con una moral intachable.
Sonia Breton es una joven hermosa, austera, fría, maniática del orden y la limpieza, a la que no se le conoce pareja y que sufre bastantes carencias afectivas. La relación con su madre hace aguas y eso le repercute en todos los sentidos. Aunque apenas sabemos en qué términos se establece esa relación, sí intuimos que ambas están separadas por un abismo. Su personaje busca calor y ve correspondencia allá donde no la hay pero todo se debe a su baja autoestima.
Renaud Lazare es otro de los personajes cuya vida queda desvelada. Son pequeñas pinceladas que sirven para hilvanar su relación con el resto de compañeros más allá del entorno profesional.
Estos tres, junto con Nathan Lepic, un adolescente que padece síndrome de Asperger y cuya contribución al caso será esencial para la resolución del mismo, serán los personajes más desarrollado en la novela.
He de reconocer que me costó bastantes páginas hacerme con todos los personajes que aparecen en la novela. A mi parecer, la autora presenta a demasiados en muy pocas páginas, especialmente todos aquellos que tienen que ver con la vía judicial o policial. Nombres, cargos, jerarquías,... desfilan de forma rápida y casi me vi obligada a hacer un organigrama. En ocasiones puntuales tuve que volver atrás para clarificar qué lugar ocupaba un determinado personaje dentro de la narración.
Clavos en el corazón está escrito en tercera persona por un narrador omnisciente. La novela cuenta con 78 capítulos de longitud corta o cortísima, más un epilogo que despeja todas las incógnitas en relación al futuro personal de los personajes (de nuevo, la autora estrechando lazos). Como suele ser habitual en este género, muchos de los capítulos acaban de manera abrupta en un punto álgido de la narración, lo que se llama cliffhanger, que obliga al lector a precipitarse hacia el capítulo siguiente en busca de información.
Me ha gustado especialmente el dominio que tiene la autora en relación a todas las técnicas policiales y judiciales. En este caso, y debido a la profesión de Thiéry, imagino que no ha sido necesario esa labor de investigación que otros autores de este género tienen que realizar para documentarse sobre asesinatos, víctimas y criminales. Danielle Thiéry es comisaria de división, la primera mujer en ostentar el cargo, y eso se nota a legua. Sabe moverse bien y conoce de primera mano toda la jerga. De hecho, se hace uso de frecuentes términos forenses que no incomodan y la información se detalla con minuciosidad como si se tratara de un informe policial.
Llegados a este punto tengo que decir que, Clavos en el corazón es una novela negra con todos sus elementos que me ha resultado entretenida pero no adictiva. No puedo decir que sea la mejor novela policíaca que he leído últimamente aunque su lectura me ha resultado agradable y amena en la que quizás, más que el argumento criminal lo que más me ha gustado son los personajes.
Según figura en la cubierta, ha sido elegida como la mejor novela negra del año 2013 y premiada con el Premio Quai des Orfèvrescuyo jurado estaba compuesto por policías, jueces y periodistas. Teniendo en cuenta que la autora pertenece al gremio policial y conocerá a periodistas y jueces, parece que el premio se lo han otorgado sus propios compañeros.
En cualquier caso, insisto en que es una novela de lectura fácil que me ha entretenido lo suficiente como para recomendarla a los amantes del género negro.
Autora
Danielle Thiéry. Autora consagrada en Francia, conoce la policía desde dentro. Ha dedicado su vida profesional a hacer de la actividad policial un servicio a la comunidad y fue la primera mujer en Francia en lograr el cargo de comisaria de división, uno de los más altos en el cuerpo. Con Clavos en el corazón consiguió el Premio Quai des Orfèvres 2013, otorgado por la votación conjunta de policías, jueces y periodistas.
Sinopsis
Hay casos que nunca se cierran, crímenes que nunca se olvidan, imágenes que vuelven una y otra vez, nos acechan, se incrustan en nuestro corazón, como un clavo cuya herida no hay manera de curar.
Hay casos como este que arruinan la vida. No hay nada que hacer, te acechan, se te quedan dentro, plantados en tu memoria y en tu corazón, como un clavo que un bromista maléfico se divirtiera en toquetear a intervalos regulares. Piensas en él cada día. No tiene nada que ver con las teorías sobre el duelo imposible o con la justicia que se hace a las víctimas, ni con la búsqueda de una verdad que se debería a las familias. Es una mezcla de todo eso, es verdad, pero esa carga la llevas sobre todo en ti. Y es a ti mismo a quien debes algo. Y no sabes por qué.
El comandante Revel jamás renunciaría al caso Porte. Han transcurrido diez años pero nunca dejará de buscar al asesino del matrimonio que regentaba el bar Les Furieux y que murió acuchillado una noche de diciembre. El comandante Revel no es de los que abandonan. Además, esa misma noche de diciembre, su mujer, Marieke, desapareció después de sus clases de canto y nadie supo más de ella ni de su coche ni de sus partituras. Revel, envejecido, enfermo, adicto al tabaco y al trabajo, busca resolver el caso Porte para salvarse a sí mismo y a su hija Léa, anoréxica, encerrada en sí misma, incapaz de superar la desaparición de su madre.
Hay casos como este que arruinan la vida. No hay nada que hacer, te acechan, se te quedan dentro, plantados en tu memoria y en tu corazón, como un clavo que un bromista maléfico se divirtiera en toquetear a intervalos regulares. Piensas en él cada día. No tiene nada que ver con las teorías sobre el duelo imposible o con la justicia que se hace a las víctimas, ni con la búsqueda de una verdad que se debería a las familias. Es una mezcla de todo eso, es verdad, pero esa carga la llevas sobre todo en ti. Y es a ti mismo a quien debes algo. Y no sabes por qué.
El comandante Revel jamás renunciaría al caso Porte. Han transcurrido diez años pero nunca dejará de buscar al asesino del matrimonio que regentaba el bar Les Furieux y que murió acuchillado una noche de diciembre. El comandante Revel no es de los que abandonan. Además, esa misma noche de diciembre, su mujer, Marieke, desapareció después de sus clases de canto y nadie supo más de ella ni de su coche ni de sus partituras. Revel, envejecido, enfermo, adicto al tabaco y al trabajo, busca resolver el caso Porte para salvarse a sí mismo y a su hija Léa, anoréxica, encerrada en sí misma, incapaz de superar la desaparición de su madre.
Mientras tanto, el equipo de Revel, con Lazare y Breton a la cabeza, debe enfrentarse a un nuevo caso de asesinato, el de una estrella del pop en decadencia que ha aparecido asfixiada en su mansión de Versalles.
De algún modo, ambos casos acaban ligados no solo en la mente de Revel sin en la de sus ayundantes.
Danielle Thiéry, la primera mujer comisaria de división, nos ofrece una novela negra intensa, absolutamente realista y brillante.
[Información facilitada por la editorial]
Esta reseña queda encuadrada en la lectura conjunta organizada por Laky de Libros que hay que leer, donde gané mi ejemplar, y Tatty de El universo de los libros. Gracias a ambas y vamos a ello.
Maxime Revel es un comandante de la policía francesa cuya vida no pasa por el mejor momento.Su mujer, Marieke, desapareció sin dejar rastro hace diez años y desde entonces tiene que hacerse cargo de su hija Léa, una adolescente de 17 años que padece anorexia. A todo esto se suma una tos constante con esputos sanguinolentos (suena asqueroso lo sé, pero es así) que no augura nada bueno y que hace sospechar que su tremenda adicción al tabaco le está pasando factura.
El mismo día que desapareció su mujer se descubre un doble asesinato. Un matrimonio (Jean y Liliane Porte) aparece muerto dentro del establecimiento que regentaba y todo parece indicar que ha sido fruto de un robo con violencia. A pesar de que Maxime pone a funcionar todo el operativo de que dispone, el caso, que pasó a llamarse Le Fanfare (nombre del establecimiento), quedó archivado y sin resolver por falta de pruebas.
Su aparente enfermedad, la de su hija y especialmente los dos casos sin resolver, el de su mujer y el de Le Fanfare, son como tremendas losas que atormentan al comandante día tras día, sin que pueda alejar los pensamientos que lo torturan. Aún así, tiene que seguir adelante para resolver todo caso que se le presente, como el que se recoge en el libro.
Eddy Stark, una vieja gloria del rock, aparece muerto en su mansión. El cadáver es hallado por su jardinero, Tommy, un chico de 25 años que lleva trabajando para el cantante unos cuantos años. Supuestamente la muerte se ha producido durante una sesión de sexo pues la autopsia desvela un juguete sexual dentro del cuerpo del cantante. Sin embargo, ya que el cadáver presenta golpes, hematomas y magulladuras, tampoco se descarta la posibilidad de una discusión por celos que acaba en tragedia entre el joven jardinero y Eddy, especialmente cuando la policía averigua que ambos mantenían una relación sexual.
Aparentemente este será el caso principal que el comandante Maxime Revel tendrá que investigar junto con su equipo formado por la teniente Sonia Breton, y los capitanes Abdel Mimouni, Renaud Lazare y Antonie Glacier. No obstante, el argumento no es precisamente simple. Con el paso de cada página comprobaremos que personajes que, en principio, nada tenían que ver, se ven envueltos en la muerte del cantante de forma directa y aquellos casos que quedaron sin resolver diez años atrás volverán a salir a la palestra. De esta manera la autora crea un entramado de circunstancias que se relacionan unas con otras, uniendo pasado y presente con habilidad. Esta será la última oportunidad que Revel tendrá para ajustar cuentas con su pasado.
Bajo mi punto de vista la novela se resuelve de manera aceptable. Bien es cierto que, llegando a los últimos capítulos, la cuestión es bastante liosa pero hay que decir en su favor que no he podido intuir con antelación cómo se iba a desarrollar el desenlace. También es verdad que, de los tres casos que se abarcan, uno de ellos queda más en el aire sin excesivo desarrollo. Se trata del asunto de la desaparición de Marieke que me tenía totalmente intrigada y expectante pero, en cualquier caso, todo queda debidamente cerrado sin que haya advertido flecos sueltos ni haber tenido la sensación de un cierre precipitado.
Al margen de toda la investigación policial, Danielle Thiéry también enfoca ocasionalmente la mirada del lector en las vidas personales de los protagonistas. Para mí, sacar a los personajes de su entorno laboral y llevarlos al terreno personal es un acierto pues considero que es una buena forma de que el lector sintonice con ellos y de que adquieran tintes más humanos. A este lado del libro, sentimos que esos personajes tienen una vida como la nuestra, llena de alegrías y penas, con sus días mejores y peores.
En el caso de Maxime nos topamos con un hombre agreste y malhumorado que siempre anda gruñendo y evita sociabilizar demasiado con los que le rodean. La pesadilla que vive desde que su mujer desapareció lo ha convertido en un ser huraño que solo se vuelca en su trabajo e intenta salvar la relación con su hija adolescente, algo muy complicado porque ella, muy afectada también por la desaparición de su madre, culpa a su progenitor de todo el asunto y toda su frustración la revierte en forma de trastorno alimenticio.
Para más inri, las teorías que circulan alrededor de la desaparición de su esposa hablan de infidelidad, de celos, de discusiones y de tomarse la justicia por su mano. En cualquier caso, Maxime no es que fuera un hombre con una moral intachable.
Sonia Breton es una joven hermosa, austera, fría, maniática del orden y la limpieza, a la que no se le conoce pareja y que sufre bastantes carencias afectivas. La relación con su madre hace aguas y eso le repercute en todos los sentidos. Aunque apenas sabemos en qué términos se establece esa relación, sí intuimos que ambas están separadas por un abismo. Su personaje busca calor y ve correspondencia allá donde no la hay pero todo se debe a su baja autoestima.
Renaud Lazare es otro de los personajes cuya vida queda desvelada. Son pequeñas pinceladas que sirven para hilvanar su relación con el resto de compañeros más allá del entorno profesional.
Estos tres, junto con Nathan Lepic, un adolescente que padece síndrome de Asperger y cuya contribución al caso será esencial para la resolución del mismo, serán los personajes más desarrollado en la novela.
He de reconocer que me costó bastantes páginas hacerme con todos los personajes que aparecen en la novela. A mi parecer, la autora presenta a demasiados en muy pocas páginas, especialmente todos aquellos que tienen que ver con la vía judicial o policial. Nombres, cargos, jerarquías,... desfilan de forma rápida y casi me vi obligada a hacer un organigrama. En ocasiones puntuales tuve que volver atrás para clarificar qué lugar ocupaba un determinado personaje dentro de la narración.
Me ha gustado especialmente el dominio que tiene la autora en relación a todas las técnicas policiales y judiciales. En este caso, y debido a la profesión de Thiéry, imagino que no ha sido necesario esa labor de investigación que otros autores de este género tienen que realizar para documentarse sobre asesinatos, víctimas y criminales. Danielle Thiéry es comisaria de división, la primera mujer en ostentar el cargo, y eso se nota a legua. Sabe moverse bien y conoce de primera mano toda la jerga. De hecho, se hace uso de frecuentes términos forenses que no incomodan y la información se detalla con minuciosidad como si se tratara de un informe policial.
Llegados a este punto tengo que decir que, Clavos en el corazón es una novela negra con todos sus elementos que me ha resultado entretenida pero no adictiva. No puedo decir que sea la mejor novela policíaca que he leído últimamente aunque su lectura me ha resultado agradable y amena en la que quizás, más que el argumento criminal lo que más me ha gustado son los personajes.
Según figura en la cubierta, ha sido elegida como la mejor novela negra del año 2013 y premiada con el Premio Quai des Orfèvrescuyo jurado estaba compuesto por policías, jueces y periodistas. Teniendo en cuenta que la autora pertenece al gremio policial y conocerá a periodistas y jueces, parece que el premio se lo han otorgado sus propios compañeros.
En cualquier caso, insisto en que es una novela de lectura fácil que me ha entretenido lo suficiente como para recomendarla a los amantes del género negro.