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TECHO Y COMIDA (DRAMA - 2015).

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Año: 2015.

Nacionalidad: Española.

Director: Juan Miguel del Castillo.

Reparto: Natalia de Molina, Mariana Cordero, Jaime López, Mercedes Hoyos, Gaspar Campuzano, Montse Torrent, Natalia Roig, Manuel Tallafé.

Premios: Goya 2015 a la Mejor Actriz (Natalia de Molina) entre otros.

Sinopsis: Jerez de la Frontera, 2012. Rocío, una madre soltera y sin trabajo, no recibe ningún tipo de ayuda ni subsidio. Vive con su hijo de ocho años en un piso cuyo alquiler no paga desde hace meses, de modo que el dueño la amenaza continuamente con echarla a la calle. Para hacer frente a los gastos de manutención y alquiler, realiza trabajos ocasionales mal pagados y vende en el top manta objetos encontrados.


[Información facilitada por Filmaffinity]



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Comienzo esta reseña de la misma manera que termina la película.

En España 526 personas pierden su vivienda cada día en 2012.
La tasa de paro alcanza el 26%, la más alta de su historia.
13 millones de personas se encuentran en riesgo de pobreza o exclusión social.
Se rescata a la banca con 100.000 millones de euros.
¿Y A TI QUIÉN TE RESCATA? 

[Datos que se proyectan sobre fondo negro mientras se escucha un sonido muy peculiar] 

Son cifras del año 2012. ¿Nos paramos a pensar en las actuales? Porque, que me cuenten todos los cuentos que quieran, nadie me convence de que este país está en vías de recuperación. Ni de coña. De las cifras de parados que lanzan los informativos no me fio. La neutralidad informativa es algo que existe en los manuales de Ciencias de la Información. En la calle se barajan otros recursos. Que la calidad de vida de los españoles está bajo mínimos es un hecho en el que no cabe refutación posible. Que la gente pierde sus trabajos a unas edades complicadas, eso está a la orden del día. Que los jóvenes están totalmente desmotivados porquecon treinta años son incapaces de encontrar trabajo, no tienes más que preguntar en tu entorno. Que los abuelos están manteniendo a sus hijos y nietos con sus pensiones, seguro que conoces algún caso. Que mucha gente se ve obligada a regresar al hogar del que partieron, es decir, a casa de sus padres con toda su prole adicional, porque son incapaces de hacerse cargo de sus hipotecas, las cifras de desahucios hablan solas. ¿Y todo esto es mejorar?¿Todo esto es salir de la crisis? Yo creía que progresar implicaba avanzar hacia delante y no retroceder. 

Si yo fuera Juan Miguel del Castillo, director de esta película, le hubiera puesto un subtítulo a su trabajo. Sería algo así como Techo y comida. ¿Y a ti, político, no se te cae la cara de vergüenza? Ardo a lo bonzo con todo lo que veo y escucho a mi alrededor, incapaz de comprender cómo pueden dormir algunos a pierna suelta todas las noches.

Lo que cuenta Techo y comida es la cruda realidad, un ejemplo más de lo que están viviendo muchos españoles que pierden sus trabajos, que no encuentran otro, que ven como sus supuestos ahorros -en el caso de tener algunos- vuelan en poco tiempo, que las ayudas familiares -en caso de que le corresponda alguna- son exiguas, que no saben dónde acudir, cómo dar de comer a sus hijos o mantener una vida con un mínimo de dignidad. Conste que todo esto son derechos constitucionales, derechos que, esos que salen en la tele en calidad de sospechosos, acusados, imputados y juzgados por corruptos y mangantes, aquellos que se dan golpes de pecho alndose como los salvadores de un país hundido, pisotean y enfangan, sin que a ninguno de ellos se le despierte la conciencia.

Pero mejor me paro y os hablo de la película. 

Techo y comida nos contará la historia de Rocío, una joven jerezana, madre soltera de Adrián (ocho años), sin trabajo, que vive de alquiler en un barrio humilde, un piso que no paga desde hace ocho meses. No tiene trabajo desde hace tres años y medio y tampoco tiene familia, ni nadie a quien acudir. Los servicios sociales apenas pueden hacer algo por ella porque ayudas hay pero son pocas y tardan mucho en llegar. ¿Qué le queda a Rocío?Repartir publicidad un par de veces a la semana para ganarse 20 € al mes, aceptar la ayuda de una buena vecina que casi la trata como a una hija, acudir a los comedores sociales y rebuscar en los vertederos esos objetos que tiramos y que, limpiándolos un poco, lo mismo consigue vender en la calle. A lo largo de noventa minutos Rocío se verá sumergida en un mar de preocupaciones que no la dejarán dormir, en algún momento puntual parecerá que un rayo de luz la ilumina pero las sombras volverán a devorarla, estrechando el círculo, asfixiándola, hasta  hacerla explotar. Angustia, ese también podría ser otro subtítulo de la película.



Es impensable que el espectador no empatice con esta joven porque todos conocemos a una Rocío ya sea de Jerez de la Frontera, de Madrid, de Cuenca o de Fresnedillo. ¿Cuántas Rocíos hay en España?Núcleos familiares compuestos de dos, tres, cuatro,... miembros que no tienen ni que comer. Padres que se dedican a hacer chapuzas en su barrio, a recurrir a la caridad del amigo, del pariente, a patear las calles intentando encontrar una salida a su drama, un drama que se ha extendido como una plaga.Es desesperante. 

Y el desenlace de este drama social es el que os podéis imaginar. Basta con mirar a la calle para saber lo que le va a ocurrir a Rocío pero en ese final, mientras transitan los créditos por la pantalla, te surgirán preguntas que no dudas. Te gustaría saber qué va a pasar con Rocío y su hijo en ese punto de no retorno cuando los veamos alejarse de nosotros, ¿a dónde irán?, ¿quién los cuidará?, ¿cómo saldrán adelante?Da miedo pensar en la desesperanza y en las desilusiones.

Sin duda, la película aborda una problemática importante y lo hará con cariño y tiento. El drama está ahí, presente en cada momento de la película y habrá alguna escena angustiosa, potente, de las que ponen un nudo en la garganta, y otra en la que se produce un fuerte contraste entre la alegría y la desdicha, con el deporte por excelencia en este país como fondo, ese que parece que  es el que nos quita las penas. Si nuestro equipo gana, España va bien. Una magnífica manera de desviar nuestra atención y somos tan tontos que con eso nos conformamos, cuando detrás de ese espectáculo o de otro que se origina en un hemiciclo hay tanto dinero de por medio, todo el que a los demás le falta.

Sigamos.

En el plano interpretativo, el papel de Rocío lo encarna la andaluza Natalia de Molina, trabajo que le valió el Goya en la última edición y donde reivindicó el papel de la mujer en el cine. Su papel de joven madre que intenta buscarse la vida para dar de comer a su hijo es más que respetable. Sabe cómo mirar a los ojos de los que suplica ayuda, cómo caminar o asentir sin mover la cabeza cuando le vuelven la espalda, con la desesperación que se le agarra a la boca del estómago y las ganas de llorar contenidas.

Y esa buena vecina será Mariana Cordero, para mí el personaje más entrañable de todo el filme. Ella será esa buena vecina que todos quisiéramos tener, que te ayuda sin atosigarte, sin inmiscuirse excesivamente en tus problemas, más con objeto escudriñar en tu vida que por mostrar un interés real. María tiene todo lo que necesita un personaje para ganarse al espectador  y desde luego la actriz lo hace de maravilla. 


Y el tema que aborda esta película podría ocurrir en cualquier punto de España hoy en día.La cosa se ha puesto tan mal que aquella supuesta diferencia económica y social que existía entre el sur y el norte se ha convertido ya en una frontera difuminada. Pero, cuando una película transcurre en el sur, con personajes andaluces, hay algo en lo que presto mucha atención, el acento. Imagino que esto le ocurrirá también a los espectadores gallegos, catalanes y vascos con esas películas en las que pueden verse reflejados. Y no vamos a ponernos puntillosos. No se puede negar que los acentos nos diferencian pero tampoco hay necesidad de rizar el rizo. Por eso, una de las cosas que más me han incomodado en la cinta ha sido el excesivo acento de los personajes. Y sí Natalia de Molina es andaluza, nacida en Jaén, y sí se le nota que lo es, pero a mí me ha dado la impresión que fuerza un poquito.  

Lo mismo le he notado a  Mariana Cordero, que también es andaluza, a la que he visto trabajar en otras muchas películas y nunca le había notado un acento tan pronunciado. Es quizá en ella donde más me ha chirriado este asunto. Supongo que esto será exigencia del guion pero, a mi juicio, no hay que abusar.

En cuanto a los diálogos también he advertido que algunos me han parecido algo artificiosos en algún momento puntual. Concretamente hay una conversación entre madre e hijo hablando de la madre de un compañero de clase de Adrián que no resulta creíble bajo ningún concepto. Al menos yo no me imagino a una madre hablando con su hijo de ocho años en esos términos, aunque claro, esto es una apreciación muy personal

Y por otro lado, en el argumento cobra mucha importancia la palabra bastardo pero creo que se usa en un contexto inadecuado.¿Pensáis que hoy en día los niños de un colegio emplean esta palabra como insulto? Para mí es un término ya muy desfasado y que prácticamente no se emplea con el sentido que se quiere usar en la película, y menos en un entorno urbano y entre niños de escasa edad.

¿Ver o no ver esta película? Muchos podréis decir que ya vemos un argumento similar en los telediarios y en la prensa todos los días pero eso no es excusa  para dejar pasar esta película que, si bien tiene algunos aspectos más negativos, no deja de ser un reflejo de la realidad a la que debemos hacer frente. Pero los que de verdad deberían verla son toda esa panda de nuestros señores políticos, los que están al frente del país aunque sea en funciones, los que pretenden sustituirlos, los que no saben que más a hacer para poner sus posaderas en el sillón de honor y todo aquel que se autodenomine, aunque no se lo merezca, político.Pero claro, a estos le da igual las penas de Rocío  y que su hijo solo cene una vaso de leche con cola-cao.De todos modos, por si a alguno aún le queda algo de vergüenza, le pediría que dejara entrar a Rocío en su casa, que la conozca a ella y a su hijo, que le cuente su día y a día y que compare. Y ya de paso, si la conciencia le llega para algo más, que haga algo con el IVA cultural.Este país se lo va a agradecer. 

Yo os recomiendo que veáis esta película. Al margen de las cosas que no me han gustado, más allá del guion, del rodaje, del montaje, la banda sonora o el trabajo del reparto, Techo y comida hay que verla. Yo tengo techo y comida todos los días. ¿Y tú?


Trailer:

 

[Imágenes e ilustraciones tomadas de Google]


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