Autor
Jorge Díaz nació en Alicante en 1962. Es escritor, periodista y guionista de televisión. Es uno de los creadores y ha sido coordinador de guiones de Hospital Central, serie con la que ha cosechado todos los premios de la profesión, el TP y el Ondas, entre otros muchos. Tras un año sabático en Brasil, regresó con su primera novela, Los números del elefante. La justicia de los Errantes, en la que novelaba el viaje latinoamericano de los anarquistas españoles Francisco Ascaso y Buenaventura Durruti en los años veinte del pasado siglo, fue su primera incursión en el género histórico.
Cartas a Palacio es su tercera novela.
Sinopsis
Una ambiciosa novela de amistad, amor y guerra en la Europa de principios del siglo XX, que cuenta la primera misión humanitaria gubernamental de la historia.
Se acerca el final del año más triste que se recuerda en el viejo continente. La guerra ha estallado hace unos meses y avanza sin piedad sembrando de muertos y heridos el corazón de Europa, cuando al Palacio Real llega una carta que remueve profundamente el ánimo de Alfonso XIII: una niña francesa suplica su ayuda para dar con el paradero de su hermano, desaparecido en el frente. Conmovido por tal petición, el monarca emplea la diplomacia española para saber de la suerte del hermano de la pequeña Sylvie, pero su acción navideña tiene consecuencias imprevistas y provoca la llegada de un alud de solicitudes a palacio.
Impresionado por la magnitud de la tragedia, Alfonso XIII, reúne a un excepcional grupo de colaboradores entre los que se encuentran su íntimo amigo y médico militar Álvaro Giner; Manuel Campos, profesor de mecanografía y simpatizante anarquista, o Blanca Alerces, una joven aristócrata madrileña decidida a tomar las riendas de su vida. Con ellos, el rey pondrá en marcha la Oficina Pro-Cautivos, donde gracias a la ayuda de funcionarios y diplomáticos, buscarán el modo de dar respuesta a todas esas familias rotas por la guerra, desesperadas por encontrar a sus seres queridos.
Inspirada en un hecho real, Cartas a Palacio recrea un momento histórico fascinante. Una ambiciosa novela en la que se mezclan el amor y la guerra, reyes y anarquistas, ambientes aristocráticos y humildes, el frente de batalla y el bullicio de las ciudades. Una emocionante novela coral de héroes anónimos, que con su compromiso llevaron a cabo una misión extraordinaria.
[Información facilitada por la editorial]
La pasada semana tuve la oportunidad de charlar con Jorge Díaz sobre su última novela, Cartas a Palacio, un libro que algunos de vosotros ya habéis reseñado y que, al parecer, está gustando bastante. En lo que a mí respecta, he disfrutado mucho con la lectura de esta novela, aunque en el momento de la entrevista aún no lo había terminado, porque abarca una amplia temática y saca a la luz un episodio de la historia que yo desconocía por completo.
La Oficina Pro-Cautivos fue instaurada por el rey Alfonso XIII en los desvanes de Palacio con el objetivo de ayudar a las familias que buscaban información sobre los soldados desaparecidos en combate durante la I Guerra Mundial. A pesar de la neutralidad de España en tal conflicto bélico, estuvo muy involucrada en esta misión humanitaria que ha pasado de puntillas por la Historia. Jorge Díaz la rescata para nosotros y construye a su alrededor diversas tramas que encandilarán al lector. Esto fue lo que nos contó:
Marisa G.- Jorge, Cartas a Palacio es tu tercera novela en la que hablas de la labor humanitaria del rey Alfonso XIII al crear lo que se llamó la Oficina Pro-Cautivos durante la I Guerra Mundial, algo que yo desconocía por completo.
Jorge D.- Pues a mí me pasó exactamente igual y lo mío es más grave porque yo ya había escrito una novela encuadrada en el principio de los años veinte, La justicia de los errantes. Para aquella novela leí muchos libros sobre la época pero desconocía la existencia de aquella oficina. Me enteré de casualidad, viendo un documental. No me sonaba absolutamente de nada. Le pregunté a algunos amigos, a familiares... Nadie sabía nada. Entonces busqué información en internet y encontré algunas referencias. Entendí que aquella historia era material para una novela. ¿Por qué nadie sabe nada de la existencia de aquella oficina? Bueno, yo tengo mi teoría. Creo que la Guerra Civil acabó con la Historia de España anterior. Parece que el siglo XX solo es República y Guerra Civil. Luego también pienso que cuando alguien hace algo mal tendemos a criticar mucho pero jamás elogiamos lo bueno. Alfonso XIII hizo muchas cosas mal pero acertó con la creación de esta oficina y creo que había que contarlo. No era un personaje simpático para mi pero una vez que me he documentado puedo decir que ahora hasta me cae bien.
M.G.- ¿Entonces ha cambiado la concepción que tenías de ese rey?
J.D.- A ver, sigo pensando que no fue un buen rey pero tengo la idea romántica de que una persona es tan buena como lo mejor que ha hecho. ¿Por qué no medir a Alfonso XIII por lo bueno y no por lo malo? Y sí reconozco que al final le tengo simpatía.
M.G.- Y esta oficina que empezó como algo pequeño, con pocos empleados llegó a hacer grandes cosas, ¿no?
J.D.- Sí, empezó siendo algo muy, muy pequeño. Se habilitaron unos desvanes de palacio que no se usaban para nada, con un par de empleados y tres máquinas de escribir compradas a plazos. Cuando se cerró tenía cincuenta y cinco empleados, habían colaborado cuatrocientos diplomáticos,... Se convirtió en lo más importante para la gente que trabajó en aquella oficina. Todo esto lo comparo mucho con lo que hizo Schindler, que empezó de forma muy simple, intentando ayudar en los casos que podía hasta que llegó un momento en que se obsesionó por salvar a una persona más. Uno más. La oficina Pro- Cautivos se convirtió en algo que estaba por encima de ellos mismos.
M.G.- Si no me equivoco se disuelve en 1921.
J.D.- Sí, porque la guerra se acabó, se dejaron de recibir cartas, los prisioneros volvieron a sus países. Se intentó poner en marcha otra vez con la guerra de Marruecos pero claro, la diferencia fue que España colaboraba en la I Guerra Mundial porque no tenía una presencia pero en la guerra de Marruecos España era parte implicada y así todo era más complicado.
M.G.- Y siendo España neutral, ¿cómo se tomaba el resto de los países involucrados en la guerra la intromisión española respaldada por la monarquía?
J.D.- Yo creo que lo agradecían. Hay que tener en cuenta que cuando empieza la guerra, se rompen las relaciones entre Alemania y Francia, Alemania e Inglaterra,... Cada país toma a otro para representar los derechos de sus ciudadanos. Tú imagínate que eres francesa y tienes una casa en Berlín, por mucho que Francia y Alemania entren en guerra, tú tienes tus derechos. Pero claro, como Francia no te puede defender, te tiene que defender otro país y ahí entraba España, que representaba los derechos de los ciudadanos franceses y Suiza representaba los derechos de los ciudadanos alemanes. Por lo tanto no es casualidad que la primera carta que da pie a la Oficina Pro-Cautivos sea de una niña francesa que escribe al rey de España. Así que sí, yo creo que los países agradecían el tipo de labor que hacía la oficina porque velaban por los intereses de los soldados. Además como desarrollaron un proyecto de intercambio de prisioneros, tanto un país como otro salía beneficiado.
M.G.- La temática que abarca tu novela es muy extensa. No solamente hablas de ese episodio histórico sino que también desarrollas tramas amorosas y nos hablas de las revoluciones obreras, del anarquismo, del terrorismo, la homosexualidad, la pornografía. Desde luego el lector no se va a aburrir.
J.D.- Espero que no porque si con todo eso se aburre... Me gusta que digas esto. Lo que más llama la atención de la novela y en lo primero que los lectores se fijan es en la Oficina Pro-Cautivos y en la figura de Alfonso XIII y seamos sinceros, el rey es un personaje secundario, muy simpático y con toques de humor pero muy secundario. La protagonista de la novela es Blanca Alerces y la verdadera trama de la novela es si Blanca se queda con Álvaro o con Manuel, uno de su misma clase social y el otro un anarquista. Yo nunca había escrito una novela con una protagonista femenina y ha sido para mí un reto crear a una mujer femenina y fuerte que no dependiera de los hombres. El resto de las tramas que aparecen en la novela siempre vienen impulsadas por el amor. Mi favorita es la de la sevillana Carmen y el pintor francés.
Como anécdota te digo que yo quería tener en la novela a un francés y a un alemán pero no quería que representarán los tópicos. Así que se me ocurrió lo del pintor parisino que viaja buscando la luz y la belleza y lo coloco en Sevilla. Y en Sevilla, ¿a quién podía conocer? Pues a una gitana de Triana, a Carmen. Mientras escribía la novela me enamoré de ella, me apasiona esta mujer que lucha y sale adelante.
Luego la trama del alemán Frank con Gonzalo, el periodista español, también me resultó muy agradable de escribir con todo ese movimiento de espionaje que yo quería tener.
M.G.- En la novela hablas de unos cabarets a los que acudían hombres para encontrarse con otros hombres y también mencionas las películas pornográficas que se hacían entonces. Imagino que serían más eróticas que otra cosa, ¿no?
J.D.- Te puedo asegurar que yo he visto una y era pornográfica, pornográfica.
M.G.- ¿En serio? ¿De qué año?
J.D.- A ver, cuando tú piensas en Alfonso XIII, una de las primeras cosas que te vienen a la cabeza, porque se ha dicho muchas veces, es que produjo películas pornográficas. Yo quería meter eso en la novela. Mi gran problema era que las películas de aquella época no se produjeron hasta el año 1922, por lo tanto, en mi novela, que transcurre del año 1914 a 1918, la producción no cabía pero sí el visionado y eso hice.
Siendo director del programa La noche prohibida, aquel que trababa de sexo con Ivonne Reyes, Coronado, y tal..., no sé si te acordarás.
M.G.- Sí, sí que me suena.
J.D.- Pues en el último programa, pudimos ver una película que se llamaba algo así como El confesor y aquello de erótico no tenía nada. Era pornográfico.
M.G.- Pues yo no conocía para nada esa vertiente de Alfonso XIII. Me ha resultado muy curioso todo esto que cuentas.
J.D.- También había otras películas que llamaban naturalistas. En el anarquismo era muy común el naturalismo y el higienismo. Muchas veces se reunían en playas, por ejemplo en Barcelona era la playa de Bogatell, a donde acudían para hacer gimnasia desnudos una vez a la semana. Y en Alemania se comercializaron mucho películas nudistas, de chicas que hacían composiciones de estatuas griegas. Eran películas por las que se tenía mucho interés y se comercializaron mucho, especialmente en una época donde ver un tobillo era ya un escándalo. Pero vamos, que cuando se dice que Alfonso XIII produjo películas pornográficas te puedo asegurar que eran pornográficas.
M.G.- Qué curioso... Bueno, tu novela es coral, en la que tienen presencia muchos personajes. Te quería preguntar algo que ya me has contestado, si realmente crees que hay un único personaje protagonista. Dices que para ti es Blanca Alerces sin embargo, la percepción que yo tengo como lectora, es que junto a Blanca hay otros tantos, como Álvaro y el anarquista Manuel Campos, que tienen tanta importancia como ella.
J.D.- Puedes tener razón en cierto sentido pero en otro no. Mira, el protagonista no tiene que ser siempre el que más aparece. Yo creo que el protagonista real es el motor. La novela empieza cuando Blanca se va a casar y acaba cuando Blanca decide con quién va a hacer su vida. Aunque a lo largo de la novela haya habido muchos vaivenes, muchas tramas de importancia, en realidad el motor de la novela es la vida de Blanca y durante su vida han pasado todas las demás cosas pero Blanca, para mí, es la protagonista principal.
M.G.- Lo que sí es cierto es que ella encarna ese tipo de personaje del que más jugo se puede extraer en la literatura. Es una mujer inconformista que no se amolda a los convencionalismos de la época, que rompe con los estereotipos,...
J.D.- Si, es verdad y también te digo que Blanca es el personaje más fácil de componer porque es el más agradecido. Cuando estás escribiendo, al que más tienes que querer es al malo porque es el más difícil de crear. Sin embargo, a la buena que en este caso es muy feminista y lucha contra todo y es guapa,... a esa es más fácil quererla que a otros personajes como Elisa, que es una mujer a la que tienes que encontrarle la pasión.
M.G.- Pues fíjate que yo me decanto más por Elisa que por Blanca. A mi Elisa me ha producido mucha ternura porque es una mujer muy sometida, que envidia todo lo que tiene Blanca y le gustaría ser como ella... Me ha producido mucha ternura ese personaje.
J.D.- Me has dicho que aún no has llegado al final de la novela ¿no?
M.G.- Me faltan cien páginas.
J.D.- Pues te vas a llevar una sorpresa...
M.G.- No me digas...
J.D.- Ya verás. Lo de Elisa es como con Blanca, que no se sabe con quién se queda hasta la penúltima página. Y te digo una cosa, cuando yo empecé a escribir la novela y me hice mi primera sinopsis, para mí Elisa se quedaba con uno pero cuando me faltaban treinta páginas para acabar me dije «Quita, quita que me he equivocado... Mejor se queda con el otro». O sea que si estás sospechando algo, lo mismo te equivocas. Creo que todo está bastante oculto porque el primero que no lo tuvo claro fui yo hasta llegar al final.
M.G.- Bueno, eso está muy bien porque una novela demasiado predecible pierde la gracia.
J.D.- Sí, pero lo importante es que al final entiendas por qué se toman ciertas decisiones y por qué los demás reaccionan como lo hacen. Me gustaría que cuando la acabaras me mandaras un correo y me dijeras si la percepción que tienes de la novela a falta de cien páginas es la misma que tienes cuando la acabes.
M.G.- Vale, pues lo haré. Te diré cuál es mi percepción.
J.D.- Te lo agradeceré.
M.G.- En cuanto a los escenarios, uno de ellos es Sevilla, mi ciudad, algo que te agradezco muchísimo y te iba a preguntar el por qué de esa elección pero ya me has contestado, que pensaste que sería un buen lugar para ubicar a un pintor francés.
J.D.- Sí, por la luz y por la belleza de esta ciudad. Bueno, y una vez que tomé esa decisión, también fue por la relación tan intensa que tenía Alfonso XIII con Sevilla. Yo sabía que, aunque el rey fuera un personaje secundario, todo el mundo me iba a estar preguntando por él, como así está siendo. Efectivamente su presencia marca la novela, de hecho el Palacio Real sale en la portada y la novela se titula Cartas a Palacio, pero no es una novela palaciega. La novela habla sobre el barrio de Las Injurias que existió, de Palacio, de los palacetes de la Castellana, de Sevilla, de París, de Berlín,... Es una novela que bebe de muchos sitios pero yo sé que quién se la ha comido es Alfonso XIII y el Palacio Real.
Para la presentación, una vez que la novela se publicó, me hicieron una visita guiada al Palacio Real... No te imaginas. Qué lugar más maravilloso. Yo solo había hecho la visita de turista y cuando me llevaron a sitios cerrados al público por ser el autor de la novela,... Bueno, merece mucho la pena visitarlo.
M.G.- Tendré que escribir una novela para que me lo enseñen (Risas). Bueno, y en cuanto a la estructura, me gusta mucho la forma que le das. Es muy peculiar. Yo empiezo a leer el libro sin ver tu biografía y me encuentro que alternas breves fragmentos de diversas tramas, como si fueran las escenas de una película. Claro, luego leo que eres guionista y entonces lo entendí todo.
J.D.- Si y está hecho así voluntariamente. Yo soy guionista y cuando empecé a escribir mi primera novela quería ocultarlo. Quería comportarme como un novelista, ser serio pero claro, una vez que acabé mi primera novela y se me pasó la vergüenza del novato y del recién llegado, pensé que había llegado el momento de escribir a mi manera. Ya no me da vergüenza, ya no tengo que demostrar que soy capaz de escribir una novela porque esta es la tercera y otra que tengo sin publicar. Por lo tanto, ahora he escrito como me gusta y como creo que sé. Si me he pegado veinte años escribiendo guiones es evidente que eso tiene que influir en mi manera de escribir. Esa estructura de la que hablas por supuesto que tiene que ver con que sea guionista, al igual que el uso del presente. Casi todas las novelas están escritas en pasado pero yo he escrito en presente porque cuando yo estoy viendo una película la estoy viendo en presente. Para mí eso implicaba que el espectador estuviera metido dentro. No me están contando qué pasó con la Oficina Pro-Cautivos, no, estoy asistiendo al desarrollo de esta oficina y me voy a enterar de lo que pasa a la vez que los personajes que trabajan en ella. Es lo mismo que lo que ocurre con un producto audiovisual. Yo ya he dejado atrás el temor y la vergüenza de que digan que es una novela de un guionista, ¡pues sí, a mucha honra! (Risas)
M.G.- (Risas) De todos modos me parece muy complicado lo que hacéis los guionistas, el construir una trama con muchos personajes con vidas independientes pero que posteriormente confluyen en un punto común. Esto, ¿cómo lo hacéis?, porque a mí me maravilla.
J.D.- Pues trabajando mucho antes de escribir.
M.G.- Pero no sé si creáis primeros los personajes y luego los unís, o esto sale sobre la marcha.
J.D.- No,... Esto está todo pensado. A mí me preguntan si antes de escribir me hago algún organigrama y no es que me haga uno, es que me hago cien. Tengo fichas para aburrir, las he mezclado de todas las maneras posibles, he visto qué pongo primero, qué pongo después, si meto primero un personaje u otro,... Todo está hecho con mucho trabajo previo.
M.G.- ¿Y mucho tiempo?
J.D.- Yo escribo muy deprisa. Desde que empecé con la novela he tardado un año y unos cuantos meses.
M.G.- Tengo entendido que va a haber una serie.
J.D.- Sí. Cuando estaba trabajando en la novela, una productora que tiene relación con la editorial por otros temas, me hizo la propuesta de convertirla en serie y dije que sí inmediatamente. La productora se llama Portocabo, pertenece al grupo Boomerang, los mismos que hicieron la serie de El tiempo entre costuras. En aquel momento era el gran éxito de la serie y que me llamaran y me dijeran que querían hacer una serie de mi novela, pues imagínate la alegría. Sé que hay tratos con algunas cadenas pero aún no hay cerrado nada y espero que en los próximos meses todo quede acordado y dentro de un año se pueda ver en televisión.
M.G.- Deseando estoy de verla. Para ir finalizando, tengo algunas curiosidades que me han surgido tras la lectura. Tú que has visitado Palacio, ¿realmente existen esos túneles que describes por los que se escapaba Alfonso XIII?
J.D.- Sí que es verdad pero yo no he sabido esto visitando el Palacio. A ver, yo vivo muy cerca, como a doscientos metros, y cuando buscaba casa me enseñaron un edificio en la calle Fuentes, con un sótano al que confluía un pasillo con barrotes y el propietario me dijo que por aquel túnel se llegaba al Palacio Real. Ahora por su puesto esta sellado, tapiado. Yo me quedé con aquella cantinela y con la idea de usarlo en algún momento, pues bien, lo he usado en esta novela.
La documentación es como las madres con las croquetas. Todo lo que sobra se usa más tarde. (Risas)
M.G.- (Risas) Una comparación estupenda.
Y otra cosa que me ha gustado de tu novela es el contraste entre la clase social alta y la más pobre, que te hayas centrado en un barrio marginal como el de Las Injurias. Yo desconocía la existencia de ese barrio, ¿qué pasó? ¿Cuándo desapareció?
J.D.- Hubo un primer intento de que desapareciera antes de la época en la que transcurre la novela. Había una casa que llamaban la Casa del Cordobés en la que se alquilaban espacios donde todos vivían hacinados. El ayuntamiento, a finales del siglo XIX, lo tiró y fue peor porque, en lugar de vivir en aquella casa, empezaron a construir chabolas. Era un barrio muy insalubre, en la orilla del río. Yo localicé este barrio a través de un documental de Carlos García Alex que se llama El honor de Las Injurias. Allí vivía un anarquista tristemente famoso porque era un personaje muy negativo. Se llamaba Felipe Sandoval, al que conocían como el doctor Muñiz. Viendo aquel documental me enteré de la existencia de este barrio en el que vivía lo peor de Madrid junto con otra gente muy pobre pero normal. Todo aquello me llamó mucho la atención y empecé a buscar más información. Encontré fotos y grabados sobre el barrio. Con esto me ocurrió lo mismo que con los túneles de Palacio, que me quedé con aquella historia para usarla algún día. Las Injurias desapareció a final de los años 20.
M.G.- He leído que estaba por lo que hoy es la zona de Pirámides, ¿no?
J.D.- Sí, hacia la orilla del río.
M.G.- Pues la última curiosidad. Abro el libro y encuentro una cita, como suelo encontrarme en bastantes libros. Generalmente suelen ser citas de otros autores o de pensadores. La tuya no. La tuya es bíblica, del Eclesiástes nada menos. ¿Y esto?
J.D.- Pues por casualidad. Hay un libro de un autor alemán que se llama Erich María Remarque que leí de adolescente y me encantó. Aquel libro se llamaba Tiempo para amar, tiempo para morir, trataba sobre la vida de los soldados alemanes en las trincheras durante la I Guerra Mundial. Cuando empecé a escribir Cartas a Palacio pensé que me tenía que leer de nuevo aquel libro para recordar cómo era ese mundo del barro, del frío, la sangre,... para recrear la parte en la que el pintor francés está en el frente. Como no me acordaba bien del título del libro de Erich María, lo metí en internet tal y como yo lo recordaba y me salió esa cita. Me gustó tanto que pensé en ponerlo en la novela. O sea, no es que yo lea la biblia con pasión sino que me lo encontré por casualidad y me gustó.
M.G.- Jorge, para terminar quería preguntar si tienes algún trabajo en marcha. Me has comentado antes que algo hay metido en un cajón.
J.D.- Sí, tengo una novela metida en un cajón que no me publica nadie y resulta que los que me conocen, y yo también lo pienso así, creen que es lo mejor que he escrito nunca. Trata sobre una favela de Río de Jainero. Yo estuve viviendo un tiempo en Río y una de las cosas que más me fascinó cuando estaba documentándome para una novela de los años cincuenta, fue las guerras tan tremendas que había entre las favelas. Las favelas son una cosa maravillosa sociológicamente hablando. Todo era muy curioso. Ellos combatían de noche, se atacaban los unos a los otros, y la ciudad no se enteraba de nada de eso. Al día siguiente es cuando lo leíamos en los periódicos. A mí aquello me dejó impresionado y por eso escribí una historia, pero claro es una novela sobre Río de Jainero, que solo interesa a los brasileños, tal... Hubo un momento en que quería publicármela Anagrama pero al final no lo hicieron y la novela se me ha quedado en el cajón. Yo espero que algún día todos se peleen por ella.
M.G.- De momento estás disfrutando de esta.
J.D.- Sí y me lo estoy pasando muy bien, además.
M.G.- A mí me ha gustado mucho. La tengo que terminar todavía... Ya me has dicho que me va a sorprender mucho... En fin, Jorge que te agradezco mucho este encuentro, que nos hayas hablado de tu novela y confío en que todo vaya genial.
J.D.- Gracias a vosotros.
Hasta aquí la entrevista que Jorge Díaz nos concedió. La verdad es que su última novela, Cartas a Palacio, ha sido una grata lectura con la que he disfrutado al mismo tiempo que he tenido conocimiento de aquella Oficina Pro-Cautivos que tanto bien hizo por los soldados de todas los países implicados en la I Guerra Mundial.
Espero que os haya gustado.